Jueves 3 de Diciembre de 2009, los nervios pueden conmigo y apenas he dormido. Estoy entrando en el barco expedición Profesor Molchanov que nos llevará a la Antártida. La sensación general que percibo es que nos vamos lejos, muy lejos, más allá de todo lo conocido. Atrás dejamos Usuahia y con poco viento, vamos atravesando el Canal Beagle. El Rock n' Roll empieza en 4 horas nos dice el doctor. No quiero ni imaginar que nos espera más allá de Cabo de Hornos, el temido Paso Drake...
Comenzaba así una aventura que cumpliría un sueño de joven, un sueño de muchos. Ahora, y por "petición popular" (aunque nunca he sido un fanático de los videos, me gusta mucho más inmortalizar un lugar con un recuerdo o una buena fotografía y rememorar lo que siempre quedo en mi cabeza), intentaré haceros llegar un poco más lo que fué para mi aquella sensación de inhospita belleza acompañada por momentos con profunda soledad.
Domingo, 6 de Diciembe de 2009. Dice Ralf que no hay 2 viajes iguales. Cuando se va a la Antártida, y más en un buque expedición (lejos de los inmensos cruceros que nisiquiera tocan tierra), se improvisa según las condiciones. El Mar de Weddell, esa amplia porción del Océano Antártico se colpasa muy rápidamente en los últimos tiempos y ha decidido que el capitán no se la quiera jugar. En pocos minutos todo a nuestro alrededor se ha transformado en hielo. Hay que salir de aquí rápidamente. Tomamos dirección la Base Rusa de Bellingshausen en King George Island.
Antes de llegar a uno de los momentos más duros del viaje, recuerdo con ilusión aquella subida en Port Foster en plena Isla Decepción, isla proveniente de una antiguo volcan extinto y también antiguo lugar ballenero...
... y los simpáticos "Juanitos" que nos saludaban y rodeaban en Trinity Island y parecían los encargados de llevar el bote de vuelta a nuestro alojamiento andante.
Miercoles 9 de Diciembre de 2009, acabamos de avistar ballenas jorobadas. Bailaban en torno a nuestro barco cual cuento marinero que da origen a los grandes mitos de monstruos marinos y los cantos de sirenas. Vamos a bajar a hacer un "landing" por Dallman Bay en Melchor Island. Nieva, hace frío. Hoy estamos viviendo la verdadera crudeza de la Antártida
A pesar de las mil y una capas de ropa que llevabamos encima, sentí congelarseme las manos. No las sentía. El momento en que la radio volvió a emitir sonido me sentí aliviado.
Uno de los primeros lugares donde logré sentirme completamente mimetizado con todo lo que me rodeaba fué en Wilhelmina Bay en la Isla Enterprise. Allí pude "escuchar" por primera vez el silencio de la Antártida, la inmensa soledad, solo roto por el crugir de los enormes témpanos de hielo desquebrajandose a lo lejos (y disfrutar !! de nuestra única barbacoa !! pues la comida era más bien "escasita" en el Molchanov)
Jueves 10 de Diciembre de 2009, el único lugar de desembarco de la Isla Cuverville es en la Playa Norte. Desde allí tendremos que ir con las raquetas de nieve (con toda la limitación que suponen) atravesando un casquete glaciar permanente. Es ya mi 16 día de viaje (tras las aventuras por Uruguay y Argentina) y no puede dejar de asombrarme que en un ambiente tan desolado puedan sobrevivir criaturas tan éxoticas y deslumbrantes. Luego intentaremos subir al pico del Spigot Peak, si las condiciones meteorológicas de este "submundo" lo permiten..
Este día vi casi por primera vez el sol. Otro momento en el silencio era casi completo mientras mis compañeros expedicionarios ya casi dormían. Solo Angela y Josep, imperecederos, continuaban a pié de cañon. Ese silencio sólo era interrumpido por algún pingüino despistado. Sentía la soledad de un inmenso desierto, el desierto blanco. Derrepente, un enorme estruendo se retuerce a lo lejos, tan lejos que no llegaba a alcanzar con la vista. Le siguen otros más pequeños. Son grandes témpanos desquebrajándose sobre el agua. Me siento afortunado de haber podido observar una naturaleza tan distinta a lo que conocemos...
Isaac