Hay momentos en los viajes en el que las experiencias y sensaciones son tan intensas que en algunos podríamos llegar a soltar esa lagrima de emoción que tanto nos cuesta en la rutina diaria. Incluso el tiempo, y todo nos rodea se detienen. Esto nos pasó no hace mucho, en lugar perdido en el gran desierto sirio. Estabamos en Rasafa ...
Rasafa, Ar-rasafa o Arrassafeh, no es ni más ni menos que la antiguamente conocida en tiempos romanos como Sergiopolis, lugar donde San Sergio fuera martirizado y donde llegaramos siguiendo el curso del Río Éufrates buscando la gran Aleppo aquel DÍA 5 del viaje a Siria, Libano y Jordania de 2009.
No hace mucho, debatíamos viejos amigos, cuales son aquellos lugares monumentales del mundo que habían conseguido de nosotros ese "detenerse" en el tiempo. Incluso el propio Sele hacía un artículo muy participativo sobre ello. Para los chavetas, lugares como la Necropolis del Vaticano, la gran estepa de templos en Bagan, el misticismo de Machu Pichu o la ciudad pérdida de los Nabateos, Petra, cumplen perfectamente estas características. Pero, ¿como una ciudad fantasma abandonada en medio del desierto sirio representó para nosotros tanto?
Rasafa es eso, una ciudad de misterios y fantasmas, a 30 km de Raqqa y a 160 km de Aleppo. Un complejo de ruinas abandonado con grandes siglos de historia y leyendas a sus espaldas.
En aquella ocasión los compañeros de viaje que nos acompañaron a descubrirla fueron los mismos que lo harán en nuestra aventura de este verano (!! OJO AL CONCURSO DE ESTE AÑO, QUE PROMETE SER DIVERTIDO y comenzará en breve !!). Hablamos de Juve y Ruth, nuestros amigos Secuoias y viajeros de los que les gusta descubrir.
¿Que descubrimos en esta ciudad que tanto nos apasionó? Era un día de desierto, de sol, caluroso. Rasafa es una ciudad que ha sido "comida" por la arena y en la que se intuyen reliquias de incalculable valor en su interior.
Sus orígenes datan ya de época de los asirios pero su verdadero explendor lo lograrían durante el imperio romano, o más bien ya bizantino, con una ciudad fortificada estratégicamente ubicada para las guerras Perso-romanas que jamás conoció rendición (o eso se dice).
También durante tiempo recibiría la denominación de "Ciudad de Cristal", y días como éste que nos llevó hasta ella nos demuestran que así fuera. Y es que en sus mejores días debía reflejar la luz del sol como un verdadero espejo.
Como vieramos aquel día, entrando por la Puerta Septentrional (en la que todavía se puede ver perfectamente simbolos bizantinos "ocultos") y alineados con la Puerta de Palmyra (pues fué en ésta época cuando comenzó su esplendor) comenzamos a divisar la Basílica de San Sergio que le dá nombre. Murallas, capillas y otros restos se conservan en bastante buen estado.
Y es que el nombre de Sergiopolis nace de una historia cristiana. Sergio y su hermano Baco eran dos soldados rasos del ejército romano que prácticaban el cristianismo de manera oculta dentro de la fortificación bajo mandato del Emperador Maximiano, pero fueron descubiertos…
‘No os creo cuando decís que Sergio y Baco no son devotos de la veneración y la adoración de los dioses, pues tan puro es el afecto que siento por ellos que difícilmente podrían merecerlo si no fueran sinceros en su piedad hacia los dioses. Los acompañaré al templo del poderoso Zeus, y si sacrifican y comen de las ofrendas sagradas, vosotros afrontaréis la consecuencia de la calumnia de que sois culpables. Si se niegan a ofrecer un sacrificio, se les aplicará la pena adecuada a su impiedad. Pues los dioses no querrán que los escuderos de mi imperio sean impíos y desagradecidos". Y así, en el templo de Zeus se descubrió la verdad, y Sergio y Baco fueron torturados y martirizados por la ira de Maximiano. La tumba de Sergio se convirtió posteriormente, con la conversión al cristianismo de Costantino, y el esplendor del Imperio Bizantino, en culto para todos los cristianos.
Pero EL GRAN SECRETO de Rasafa no se encuentra en su historia y en sus leyendas, nisiquiera en sus reliquias. El gran secreto de Rasafa está en los subsuelos de lo que se puede ver... !! EN SUS INMENSAS CISTERNAS SUBTERRANEAS !!
No recomiendan intentar bajar a ellas pero, por suerte o por desgracia, la situación en Siria respecto al patrimonio arqueológico es de total descuidado desde que los franceses abandonaran sus aportaciones económicas, lo que es una pena por el estado de conservación de las mismas pero, por otro lado, permite disfrutar de la verdadera autenticidad de las mismas, lejos de la masiva explotación turística (y por su ubicación en medio de la nada, de los propios turistas -!! ni 1 en todo el complejo exceptuándonos a nosotros !!-)
Y como no recomiendan intentar bajar. Juve, ¿vamos para abajo? A ver donde hay un hueco... Por aquí no, por aquí tampoco, mmm, por aquí..
Estamos entrando en una enormes cisternas perfectamente conservadas, escondidas bajo la ciudad, vacias actualmente pero desprendiendo puro misticismo y cantidad de fantasmas en sus galerías.
Rasafa nunca tuvo manantiales ni agua subterránea de donde obtener ésta, así que tenía absoluta dependencia de estas grandes cisternas para capturar todo el agua posible en invierno y la lluviosa primavera.
Actualmente, lo que si entran son los haces de luz del sol por las pequeñas hoquedades que antaño eran traspasadas por el agua, dejando fotografías todavía, si cabe, más misteriosas.
Sin nadie atraviéndose a bajar por sus claustrofóbicos pasadizos, no preparados para ningún viajero, regresamos a la superficie. Ha sido uno de esas experiencias para no olvidar.
Pero Rasafa no acaba aquí, ya que con la caida del Imperio Bizantino a manos de los Omeyas, esta ciudad se convertiría en el palacio de Hisham ibn Abdul Malik, tercer Califa Omayyad, un palacio que destacó por su modestia y sencillez, lo que no alteró en demasía los restos de la antigua fortificación, y donde moriría y sería sepultado, aunque pocas ruinas quedan en pié de esta etapa.
Inscripciones en árabe, griego, además de grabados en las paredes, indican que cristianos y musulmanes coexistirían en Siria desde el S. XIII en adelante
Posada para caravana, fortificaciones cristianas, restos omeyas, inmesas cisternas, ... esto es Rasafa, todo ello hoy oculto bajo un manto de arena al libre descontrol de los beduinos locales. Esto hace ver como niños "saquean" literalmente monedas antiguas y objetos de valor incalculable de entre las ruinas incluso tirando muros con palos si es necesario.
Atrás dejamos ese instante, en el que nos sentimos por un momento verdaderos Indianas Jones, allí sentados, en los subsuelos de lo que antaño fuera una gran fortificación, una gran ciudad. ¿Cuantos lugares habrá en el mundo así? ¿Nos cuentas el tuyo?
Isaac y cia, desde Rasafa (Siria)