Hay un momento del viaje por Siria - Libano - Jordania en el que nos adentraremos por tierras libanesas. Allí pasaremos una noche.
Baalbeck alberga una de las maravillas arquitectónicas del Imperio Romano más impresionantes de Oriente Próximo, y es uno de los lugares arqueológicos más espectaculares del mundo.
Cuando nos planteamos hacer esta incursión, no teníamos muy claro que opciones barajabamos ni que ruta hacer. Barajamos bajar por Tripoli y atravesar el Valle Qadisha pero en estas fechas podría estar cerrado, entrar por la frontera sur, etc.. Finalmente nos decidimos en entrar por Homs y hacer noche en Baalbeck. Como no sabemos muy bien si podremos ver las ruinas la tarde que llegamos o la mañana siguiente, no queríamos estar muy lejos de las ruinas. Entonces descubrimos el Palmyra Hotel que recoje entre sus paredes más de 120 años de historia. Por aquí han pasado el ejército alemán en la I Guerra Mundial, el ejército británico durante la II Guerra Mundial, Jean Cocteau, Agatha Christhie, etc..
De este hotel no hemos encontrado web propia para hacer reservas. En nuestro caso, Silkroad International es la agencia siria (como en todo el viaje) que nos ha tramitado la reserva.
El precio por día y para 2 personas en habitación con cama doble o dos camas ronda 70-80 euros al cambio.Su ubicación es fabulosa. Ofrece unas vistas mágnificas de la acrópolis romana desde las propias habitaciones. Sin duda, la mejor elección.
¿La habitación? ¿Que se puede esperar de un alojamiento que tiene más de 120 años? Bueno, con una buena remodelación podría estar muy bien, pero todo lo que hemos leido de los viajeros, o te enamora o lo odias. Las camas deben ser maluchas aunque cuenta con las principales dotaciones que ha de tener una habitación, incluido baño privado. La calefacción parece que no debe funcionar demasiado bien. Eso si, el hotel cuenta con una extensión de 5 nuevas habitaciones más caras desde hace poco. Ya os contaremos
En cuanto a la limpieza... es otra incognita. No hay demasiadas opiniones al respecto, aunque por las fotos de viajeros parece limpio.Como no sabemos a que hora llegaremos o no, hemos cogido cena en el hotel. Para ello el hotel cuenta con una terraza en frente a las ruinas donde podemos cenar observandolas así como las montañas que al fondo aún lucen nevadas. También podemos sentarnos relajandamente en el jardin a disfrutar de un aperitivo. Cuentan los huespedes que "salen deciosos platos de su cocina". Estaría bien catar un buen vino libanés, que también tienen buena fama.
Solo el hotel es si es una verdadera reliquia, una visita en si misma, uno de los mayores valores que tienen el Libano, y no podiamos dejar pasar la oportunidad.
Regresados de Baalbeck, os hacemos una "VISITA GUIADA" del hotel con más información.
El Hotel Palmyra de Baalbeck no es sólo un hotel, es una atracción en si mismo, un museo de más de 120 años... una experiencia. Cuando en la introducción escribiamos que los viajeros comentaban que lo odias o lo amas, no sabiamos aún que razón tenían esas palabras. Nosotros definitivamente LO AMAMOS.
Nada más llegar observamos que su ubicación es inmejorable, justo enfrente de las ruinas romanas. Además nos recibe todo el ... !! Geriátrico !!. Si el hotel tiene 120 años, las personas que lo regentan no llegan, pero por poco. Incluso los maleteros son viejetes venerables que casi nos dá dolor de corazón dejarles las maletas. Eso si, la amabilidad es absoluta nada más llegar.
Y que decir las habitaciones, verdadera historia viva de Baalbeck. En ellas han dormido el ejercito alemán en la Primera Guerra Mundial, así como el británico en la Segunda Guerra Mundial, o personajes de la talla de Jean Cocteau o Agatha Crhistie. Esperamos que al menos hayan cambiado las sabanas... Lo que parece que no han hecho es ninguna labor de restauración en todos estos años, pues habitaciones, cuarto de baño y salas se ven viejas. Los números de las puertas se caen, el techo parece que también vaya a hacerlo, nos quedamos con la cerradura de la puerta en la mano y hasta la decoración parece sacada de una mansión fantasma.
El cuarto de baño es otra reliquia: el agua caliente no funciona, tampoco desagüa por lo que si abres el grifo el agua se queda en el lavabo, la bañera tiene en su interior óxido como si en la vida se hubiese lavado y si tiras de la cadena, te quedas con ella en la mano.
, al igual que la cama y las sabanas.Es tal la curiosidad que nos despierta la "mansión fantasma" que nos dedicamos a investigar cada rincón de la misma.:
- Al caminar por sus pasillos da la sensación que fuese a aparecer algún "Casper". Las paredes están decoradas con cuadros antiguos y seguramente muy valiosos
- El curioso saloncito de la primera planta está decorado con verdadera reliquias de muebles, una estufa azul con más de 60 años y un balcón que seguramente inspirara a la mismisima Agatha Crhistie a escribir sus novelas.
- Las escaleras que comunican con la planta baja también son dignas de la mansión de "Psicosis" o de "El Resplandor", con las paredes agrietadas, una luz al fondo que lleva a una especie de baños pero que parece que lleva a la habitación de Norman Bates
, situado en la planta baja, nos recuerda al visto días antes en el histórico Hotel Barón de Aleppo.
- Toda la planta baja es un museo, con piezas de incalculable valor. Los turistas no alojados en el hotel vienen a tomarse algo mientras respiran la historia y las sensaciones que transmite el lugar.
- Si se sigue hacia el fondo se llega hacia una especie de sala con chimenea donde se sirve el desayuno y la cena. Antes de entrar, entre cuadros de personajes que han marcado época, se puede ver una vitrina con una maqueta de los templos de Baalbeck agujereados por surcos de bala. Fué en 1969, cuando un tiroteo desde la zona de ruinas llegó hasta aquí.
Volviendo a hablar de los servicios del alojamiento, tenemos incluido desayuno y cena. El desayuno es muy escaso (no hay zumo, ni bollos ni apenas casi de nada -no es tipo buffet-). La cena curiosamente, sin embargo, es espectacular, con absolutamente de todo tipo de mezzes que te sirven en la mesa (hojas de parra rellena, tabule, lentejas, fattosh, hummus, baba ghanoug, falafel,...) y mushakan (pollo con arroz y piñones). Todo esto acompañado de una hogareña chimenea y ....
.... un buen vino tinto libanés Ksara (también hay Chateau Musar, pero bastante más caro).
¿Lo recomendaríamos? Posiblemente nadie nos entienda después de todo lo que hemos escrito pero... SI!! Sin duda. La experiencia aquí vivida es algo MUY DISTINTO a cualquier lugar o alojamento posible., y en una ubicación privilegiada. Merece la pena plantearse este hotel como una experiencia y no un hotel. Por supuesto que da reparo ducharse, o andar por los pasillos, pero es como alojarse en un museo o en la casa que Norman Bates regentaba en la famosa película de Alfred Hitchcock. Y no solo eso, sus paredes respiran historia por los cuatro costados, sus instalaciones están decentemente limpias y la amabilidad de los dueños es absoluta. Quizás algo caro para no estar restaurado.Y con este paseo por este alojamiento de Baalbeck, buenas noches desde el tenebroso Palmyra Hotel.
Isaac, desde Baalbeck (Libano)