(Viene del DIA 7 (I): Los orígenes de Jerusalén) El sol pega fuerte a estas horas del mediodía. Nuestra singular ruta por Jerusalén, que nos acompaña acompasadamente con la historia, nos ha llevado ya por el origen de las religiones monoteístas abrahámicas en el Monte Moria (o Monte del Templo), por el Monte Sión, por la Ciudad de David, y por el Primer Templo de Salomón en las horas iniciales del día. Hasta este momento, paseamos por el Antiguo Testamento, conocido como el Tanaj en el Judaísmo incluyendo la Torá o Doctrina (5 primeros libros para Cristianos), los Neviim o libro de los profetas y los Ketuvim o "escritos".
- El Muro de las Lamentaciones, las plegarias de un pueblo.
- Los túneles del Muro, los secretos del pasado.
- El Barrio Judío, el retorno a Tierra Santa.
- Mea Shearim, un barrio ultraortodoxo atrapado en el tiempo.
El Muro de las Lamentaciones, las plegarias de un pueblo.
Nos adentramos ahora, y por primera vez para explorar, las murallas de Jerusalén, en el histórico casco viejo de la ciudad, que ya es famoso por estar dividido en los cuatro barrios principales (Judio, Cristiano, Armenio y Musulmán) y su Monte del Templo. Hoy, como venimos comentando, nos centraremos en el judío.
Ya empieza a ser "demasiado conocida" esta puerta por la que volvemos a entrar. Tras la Dorada y la de Sión, la Puerta Dung es la tercera que nos detiene por un rato. También llamada Puerta del Estiércol, de la Basura o de los Desperdicios (bonitos nombres) se trataba de la salida de la cochambre de la ciudad, por lo que tampoco destaca demasiado por su belleza, y hoy por hoy tiene la simple función de dar acceso a miles de personas al Muro de las Lamentaciones o al Monte del Templo.
A pesar de todo lo que habíamos escuchado y leído, los controles de acceso al área del Western Wall o Kotel (como también se llama al Muro de las Lamentaciones) no se hacen ni mucho menos tediosos. Apenas miran un poco la mochila y para dentro, dejando a un lado los Jardines Arqueológicos Ophel que guardan algunos tesoros de una ciudad permanentemente explorada.
Llegamos a uno de los sitios más sagrados del Judaísmo, el "Muro Occidental" vestigio del Segundo Templo. ¿Pero no habíamos dejado la historia en el Primer Templo? ¿Y que significado tienen?
Nos quedamos alrededor del 700 a.C. Era época de profetas y reyes en Israel, y a pesar de que Ezequías aguantó el sitio Asirio como el profeta Isaías había predicho, otro profeta llamado Jeremías pronosticaba peores presagios. El Imperio Babilónico del que viéramos vestigios en nuestra aventura por el Eúfrates en el viaje a Siria de 2009, conquistaba Jerusalén y quemaba el Primer Templo, obligando a los Judíos a un nuevo éxodo hacia Babilonia. No sería hasta el Imperio Persa de Ciro cuando se les permitiría regresar y reconstruir el que sería Segundo Templo. Llegaba así una época de esplendor y peregrinación cuando los helenistas sustituyeron a los persas.
La posterior época romana, que tanto peso tiene en las creencias cristianas, apenas tuvo influencia en sus inicios en Jerusalén en época de Herodes (exceptuando el refuerzo de los muro sobre la explanada), pero a su muerte y tras la revuelta judía del 66 d.C. la toma de la ciudad por Tito acabaría con la segunda destrucción del Templo y lo más importante, la posterior diáspora judía entre el 132 y 135 ya con Adriano. Acababa así el esplendor del pueblo judío.
¿Y por qué el Muro de las Lamentaciones? Tal y como las profecías decían, siempre habrá en pié al menos una parte del Templo Sagrado como alianza perpetua de Dios con el Pueblo Judío. Este muro es esa parte, la que dejo Tito para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma venció a Judea, el más cercano al Santuario.
En la actualidad, y más estos días en plena pascua Judía además de Semana Santa, el Muro congrega cientos y miles de personas divididas en dos secciones (de hombres -siempre con al menos una kipa en la cabeza- y mujeres) que oran contra el muro, no solo sus lamentaciones sino también leen el libro de los Salmos y realizan sus ceremonias.
Por otro lado es costumbre introducir un pequeño papel con plegarias entre las rendijas del muro (cada cierto tiempo las notas son retiradas y enterradas en un lugar sagrado) , muchas veces pidiéndole a Dios para que vuelva a ser la Tierra de Israel y puedan retornar todos los exiliados judíos. Mientras Paula también deja su papelito. Nunca se sabe quién hay detrás escuchando ...
Sea como fuere, allí al lado del muro y rodeado de multitud de creyentes rezando sus plegarias, la energía (quizás proveniente del subsconsciente) que desprende resulta imponente. Colocar las dos palmas de las manos sobre el muro, se sea o no creyente, es algo que nadie debe dejar de hacer en este emplazamiento.
Estos creyentes han llegado en estas fechas desde todos los lados del mundo. Hay muchísimos de color, de los países de Europa y de Estados Unidos pero especialmente de Sudamérica, como viéramos ya en el vuelo que aterrizamos el pasado DIA 2 de viaje.
Una cosa que nos causa especial curiosidad desde el día que llegamos aquí, es que en todos los lugares sagrados los judíos tapan su cabeza, como comentábamos antes. La "kipá" (o pequeño gorro) sirve para cubrir la cabeza como símbolo que hay alguien por encima de nosotros.
A partir de ahí los varones y ya los ultraortodoxos usan sombreros negros y hasta uno tipo cónico que debe tener una función de identificación dentro de la propia familia o comunidad, pero que desconocemos exactamente su significado.
Sea como fuere, tras esta enorme pared se encuentra el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, el antiguo Monte Moria, lugar de disputas que viéramos por la mañana, y es el Judaísmo Ortodoxo el que reclama ya la construcción del Tercer Templo que iniciará la etapa mesiánica con la reanudación del culto sacrificial. Ya existen planos. Ya existe maqueta. Ya existen ropas sacerdotales de quienes ministrarán el sacrificio en este lugar....
.. solo hay un pequeño gran problema. Cualquier tentativa de expropiación del lugar sagrado del Islamismo en la actualidad llevará al mayor conflicto religioso que no entendería de fronteras. Sólo pensarlo se nos ponen los pelos de punta. De momento preferimos disfrutar de un ambiente agradable que se respira un día como hoy.
Ahora sí .. !!HORA DE COMER!! !!Que hambre!! En el lateral derecho, según se mira el muro, hay un pequeño pasadizo por donde se tiene acceso a los Túneles del Muro (teníamos reserva hecha en su web y aprovechamos para pasar la VISA con la que las hicimos y coger nuestras entradas para las 15'50). Como tenemos tiempo, salimos por este lado y justo nada más pasar los controles encontramos un restaurante (70 ILS) a modo de cueva realmente con encanto. !!Aquí comemos hoy!!
Los túneles del Muro, los secretos del pasado.
Cada vez tenemos más claro que si queremos conocer la verdadera Jerusalén, no solo tenemos que perdernos por sus actuales callejuelas, sino acceder a sus subterráneos ya que es una ciudad que ha crecido sobre sus cimientos. No hace más de 40 años que las excavaciones encontraron una cavidad subterránea que dejan al descubierto el Muro de las Lamentaciones en todo su esplendor y toda su profundidad. Y es que los 60 metros que hemos visto no es lo único que queda en pié de las murallas del antiguo Templo. Son 488 metros en total, en su mayoría perdidos bajo el Barrio Musulmán, los que guardan el más sagrado de los "tesoros" de este pueblo. ¿Profundizamos un poco más Paula?
Nada más bajar unas pequeñas escaleras metálicas nos recoge la que será nuestra guía por esta especie de grutas, y nos muestra por una pequeña ventana el inmenso mundo que hay a nuestros pies.
Un pequeño pasaje nos lleva a una gran maqueta de Jerusalén que está preparada con una serie de automatismos que muestran la ciudad que hemos ido repasando todo el día de hoy a lo largo de la historia, haciendo hincapié en la destrucción de los templos y en la parte del muro que vamos a ver, que queda en pie. Este muro que según descendemos muestra diferentes tipologías, desde piedras grandes a zonas que debieron utilizarse en la defensa, incluso formaciones de agua generadas a lo largo del tiempo.
Un pequeño pasadizo nos adentra en la zona que Warren y Charles entre 1867 y 1870 excavaron para lograr más información sobre el muro, encontrándose un propio mundo bajo sus pies. No obstante, el proyecto que se inició tras la Guerra de los Seis Días, hace más de 40 años, fue una operación difícil, pues incluso algunos residentes utilizaban sus espacios subterráneos para sus pozos de agua, además de redes residuales y otros espacios del subsuelo.
Además de nuestra visita guiada (única forma de verlo) si podemos observar que hay alguna gente que entra sin ningún tipo de acompañante. Algunas personas deben tener permiso tramitado para poder acceder a sus oraciones a un lugar tan espiritual para ellos.
Resulta realmente increíble poder observar esas enormes piedras de cantera que forman hoy parte de la cimentación de la antigua Jerusalén de hace 2000 años, incluso en algunas de las pequeñas grutas iglesias improvisadas o salas realmente sagradas que hoy sirven para los rezos de los más religiosos.
Aunque sin duda, la labor más complicada debe haber sido garantizar la estabilidad de estos enormes laberintos y de la ciudad encima de ellos, el desvío de las aguas residuales y todo tipo de servicios, una tarea que debió ser a paso de tortuga pero que el descubrimiento de estos tesoros genuinos daba ánimos a cualquiera.
A nosotros el punto que más nos impresiona es ya avanzando hacia la segunda parte de la visita, cuando creemos que estamos en una zona de las zonas más bajas, y mirando por una de las aberturas entre el muro y nuestro suelo de madera contemplamos la profundidad que todavía queda bajo nuestros pies. Es realmente como meterse en un túnel del tiempo en el que la arqueología y topografía del antiguo Jerusalén se muestran en su más desnuda esencia.
En un momento dado llegamos a un área diferente donde dos columnas romanas aparecen de la nada. Se trata de los restos de la carretera herodiana que corría a lo largo del monte y que daba acceso al lugar venerado.
Además de las increíbles piezas de piedra tallada, más estancias que nos llaman realmente la atención son un acueducto del periodo hasmoneo, algún arco como ya viéramos al inicio de la visita y, ya en su parte final, las enormes cisternas de recogida de agua perfectamente conservadas.
Subimos unas escaleras y vemos un puerta donde la claridad nos dice que hemos acabado la visita. Salimos a la Vía Dolorosa que veremos mañana con más detenimiento !!AL OTRO LADO DE LA CIUDAD!!, habiendo atravesado por su subsuelo todo el Barrio Musulmán. Uffs, realmente increíble. Aquí nos espera un miembro de la organización para guiarnos de vuelta a la entrada. Una visita muy recomendable para conocer un poco más de un muro que a nadie deja indiferente.
El Barrio Judío, el retorno a Tierra Santa.
La visita ha durado alrededor de 1h y 15 minutos y el Muro de las Lamentaciones está especialmente animado a estas horas. Decenas de familias con sus hijos (la unidad familiar aquí es de al menos 3 o 4 hijos por padres, algo que nos sorprende en el mundo en que vivimos), bajan por las escaleras del lado opuesto a la pared de las oraciones por la que subimos ahora, dejando atrás un lugar al que volveremos.
Tras coger unos helados (25 ILS), entramos en un barrio con mucha historia y significado pues a pesar de la diáspora o exódo masivo al que se vieron sometidos este pueblo a partir del año 135 donde nos habíamos quedado, volvió a tener continua presencia judía desde el S.VIII. Pasaron Bizantinos, Omeyas, Cruzados, Mamelucos, Otomanos y Británicos y el resto de la historia es la que conocemos. A comienzos del S.XX, la población del barrio alcanzaba los 19.000 habitantes aunque no íntegramente judíos.
Un plano del barrio actual por el que vamos caminando puede ser este...
A partir de ese momento, y tras la Independencia del Estado de Israel y especialmente tras la Guerra de los Seís Días (hablaremos de la historia moderna en otros relatos), este sector oriental de la ciudad se volvería a reconstruir tras los grandes destrozos provocados por los bombardeos jordanos. Es posible que por ello este barrio tenga una apariencia muy diferente al resto del Casco Histórico, de callejuelas laberínticas caóticas, y nos encontremos con un barrio residencial de pavimentos pulidos, casas más modernas y exento de basura.
Quizás la parte amarga es que al antiguo barrio se le añadieron áreas del Barrio Armenio que nunca le habían pertenecido, propiedad de decenas de familias palestinas que los habitaban así como el vecino Barrio Marroquí, demolido en 1967 desahuciando a sus habitantes para construir la gran explanada de la que venimos.
Aunque según subimos por sus calles venimos leyendo que se trata del barrio más silencioso y tranquilo, a veces oscuro, de la ciudad, nada de ello es cierto un día como hoy de gran festividad. Los niños juegan, las familias pasean, algunos rezan, otros simplemente observan.. Así llegamos hasta la gran Sinagoga Hurva, la principal y más simbólica del barrio, reinagurada en 2010 tras las múltiples destrucciones pero que data de 1864 y hoy tiene un gran movimiento interior
La plaza donde está ubicada, a rebosar de gente, nos da un pequeño descanso. Nuestro pies ya empiezan a sufrir uno de los "sindromes de Jerusalén". !!Estamos agotados de caminar!!
Es curioso como si uno se aleja de la calle por la que bajan las familias hacia el Muro de las Lamentaciones, se hace el silencio. Es como un camino de hormigas del que ninguna de ellas se dispersa.
En este área también encontramos algún museo como el The Herdoian Quarter Museum, la Burnt House (9-17, 25 ILS), una casa excavada en el periodo del Segundo Templo a la que Paula se niega a bajar (le han llegado los túneles por hoy, jaja) y la Torre Israelita, una torre del asedio babilónico y destrucción del Primer Templo.
Más adelante, una calle nos llama la atención. Es el Cardo, la calle principal de la ciudad bizantina, que comienza con unos muros donde se puede observar una reproducción del mosaico de Madaba que vieramos en el viaje a Jordania 2006 así como unas columnas que recuerdan el estado de esta zona en aquella época.
Pero lo mejor de Jerusalén es sin duda dejarse "empapar" por el paseo en sus calles, especialmente las mas silenciosas a cualquier hora, solo interrumpidas por el caminar de algún ultraortodoxo alejado del camino de hormigas que hemos dejado atrás.
Un punto ya famoso porque la Lonely Planet lo menciona como "paseo por los tejados" lo encontramos casi de casualidad avanzando por la calle Habad St. Hacia el final y en su intersección con St Mark´s Road hay una especie de escaleras metálicas que lleva a uno de esos rincones mágicos donde sentarse simplemente a contemplar.
Los tejados de la ciudad nos dan una imagen panorámica de lo que todavía nos espera de la Gran Jerusalén, siluetas de grandes Iglesias, Mezquitas o Catedrales en una gran extensión rematada con la preciosa cúpula dorada del Monte del Templo, a su vez dominada por el misterioso Monte de los Olivos de telón de fondo. Aquí los gatos, al igual que en Estambúl, son los que disfrutan de esta privilegiada vista cada día y de la llamada a la oración en los diferentes puntos de la ciudad mientras repican las campanas cristianas en otros tantos.
Debajo de nosotros, residencias, conductos de ventilación, canalizaciones de aguas, patios o ventanas cerradas con verjas en una ciudad que comienza a encender sus luces por sus laberintos.
Quizás con la caminata que llevamos pudiera pensarse que es más que suficiente para tener una visión parcial de lo que es el Jerusalén más Judío, pero ya desde España veníamos entre ceja y ceja con la intención de adentrarnos en un barrio que se encuentra ya en la Ciudad Nueva "medianamente" de camino a nuestro alojamiento, y que es conocido por ser un barrio donde viven exclusivamente judíos ultraortodoxos.
Mea Shearim, un barrio ultraortodoxo atrapado en el tiempo.
Si bien Mea Shearim significa cien puertas en hebreo evocando a la Torá, este barrio lejos de la vida del casco antiguo fue resultado de unos objetivos muy particulares tras la Guerra de 1948, el derecho de cualquier judio religioso a regresar a Israel sin tener que mezclarse con la sociedad moderna y civil.
Cuando comenzamos a caminar por este barrio, motivo por el que tampoco tenemos grandes fotos, una cierta inquietud recorre nuestro cuerpo aunque no sabemos si es debido al silencio, a los letreros que invitan al visitante a no entrar sin cumplir una serie de normas o a la sensación de sentirnos observados en nuestro caminar por sus calles..
Mea Shearim, tal y como leemos, es una calle congelada en el tiempo que ahora vivimos. Un decrépito barrio que recuerda a los guetos del S.XIX compuesto de casas bajas construidas una al lado de otra, incluso formando una especie de murallas de la que a veces no sabes como salir. A su gente jamás se les impuso el servicio militar, ni una serie de obligaciones. Los jaredíes o ultraortodoxos judíos rechazan incluso a los devotos modernos desvíados del verdadero judaísmo así como cualquier innovación a la actualidad.
Aquí también tenemos explicación de ver familias tan numerosas, ya que los jaredíes se casan jóvenes y su objetivo es el de tener el máximo posible de hijos cumpliendo el mandato religioso de "creced y multiplicaros"
Curiosamente a nuestros pensamientos, esta comunidad se opone al sionismo (movimiento político que propugnó el restablecimiento de la patria para el pueblo judío) al considerar que sólo el Mesías podrá volver a crearlo, que choca radicalmente contra las tendencias ortodoxas imperantes.
No sabemos si vivir en estas condiciones de hacinamiento puede ser cómodo o bueno para la convivencia de un barrio, pero desde luego nuestro entendimiento está muy lejos de poder llegar a comprender este tipo de tendencias religiosas, por lo que ponemos rumbo a la cercana calle Jaffa que da vida a la Ciudad Nueva.
Nuestra idea inicial era cenar en un sitio llamado Little Jerusalem - The Ticho House (justo a unos metros de aquí), una casa museo ideal para una cena, con terracita y comida de todo tipo en un entorno precioso, pero se encuentra cerrada hoy. Así hemos improvisado por la zona de Zion Square encontrando un lugar donde descansar nuestro castigado cuerpo y reponer energías antes de acostarnos (127 ILS).
No son ni las 20'30 cuando entramos por las puertas del Abraham Hostel y de nuestra habitación 304, cumpliendo así el horario habitual que llevamos impuesto en este viaje, en el que nos quedamos dormidos antes de las 22'00 y madrugamos para aprovechar los horarios de luz, mañana no será un día menos importante.
El día de hoy nos ha deparado el Jerusalén de los Judíos con sus dos lugares más importantes (monte del Templo y Muro de las Lamentaciones) y conociendo una de las cuatro ciudades sagradas (junto a Safed y Tiberías visitadas días atrás y Hebrón que veremos en próximos días). También hemos visto que la historia de este pueblo guarda muchos más rincones que descubrir, y esta ha sido nuestra propuesta. Mañana nos acercamos al Jerusalén más Cristiano, mientras tanto ya con la preciosa luna llena iluminando las oscuras callejuelas de la ciudad vieja ... !! Layla Tov a todos !!
Paula e Isaac, desde Jerusalén (Israel)
GASTOS DÍA: 526,00 ILS (apróx 112,39 EUR)