Madrid es mi ciudad, la ciudad donde nací, crecí y viví hasta que tuve 21 años.
La verdad es que llevo más años fuera de ella que dentro, pero aun así, cada vez que voy, me sigue produciendo una cierta nostalgia.
Los recuerdos se hacen presentes al caminar por sus calles y siento una doble sensación. Por un lado parece que jamás me fui, y por otro parece que ya no tiene nada que ver conmigo. Realmente ha cambiado muchísimo, como todas las grandes ciudades. Treinta y tres años son casi toda una vida en cualquier sitio y más en un país como este que paso de ser un país aislado y reprimido en aquellos tiempos, a un país excepcional.
A pesar de los muchos y graves problemas que tenemos, esto se puede comprobar nada más salir de él y conocer otros lugares, mejores y peores, como no, pero nunca iguales, porque España tiene una forma de vida muy especial, que quizás es buena o mala, según se mire, pero es la nuestra y no se repite.
Madrid rebosa vida, está lleno de gentes que van y vienen sin parar desenfrenadamente y esto no es que sea especialmente bueno pero es inevitable en ciudades donde la población se cuenta por millones de personas. Sus calles irradian una actividad frenética y el ambiente, para una urbanícola como yo, es espectacular.
¿Qué tiene de diferente con respecto a otros países una gran ciudad del nuestro como Madrid?, pues que la gente vive la mayor parte del tiempo en la calle, bien por trabajo, o por ocio, pero le gusta callejear. Existe la hora del aperitivo, en la que tomar las tapitas en las terrazas, en los mesones, bares, etc..; es lo más frecuente, es casi una religión. Esto es todo un lujo para los sentidos, porque existen tapas de todo tipo y condición para deleitarse solo o en compañía. Se degustan los mejores manjares en pequeñas cantidades. A cualquier hora hay una buena excusa para tapear.
Otros de sus grandes placeres es el de pasear por el casco antiguo, “el Madrid de los Austrias”,”La plaza mayor”, ”El Palacio Real”, “El Teatro de la Ópera”, “La Cibeles”.. etc… en fin, ¡que voy a decir yo de la ciudad que me vio nacer….! , aun admitiendo sus desventajas de gran ciudad y todo lo malo que ello conlleva, su rebosante vida, tanto de día como de noche en tiendas, cines, teatros, mercados, avenidas y demás lugares es una forma de contagio positivo que me sigue fascinando.