No recuerdo bien la hora que era pero, eso si, era madrugada y debíamos partir hacía el aeródromo que nos llevaría a coger la avioneta para dirigirnos al Gran Cañón desde Las Vegas. Ya sea en helicóptero u otro tipo de tour, se trata de una de las excursiones más habituales y famosas.
Comenzaba a amanecer, el paisaje de la ciudad por el día realmente no tenía nada que ver con la magia de la noche, salvo que estuvieses dentro de un casino, donde no podías distinguir en que hora te encontrabas. Parecía una ciudad fantasma en medio del desierto.
- Excursión al Gran Cañón desde Las Vegas en avioneta
- Parque nacional del Gran Cañón en torno a la garganta del río Colorado
Excursión al Gran Cañón desde Las Vegas en avioneta
Las Vegas también es denominada “la ciudad del pecado" y el gobierno local y los promotores turísticos de la ciudad suelen usar la frase de “lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, porque las cosas que se permiten allí y en algunas zonas más del estado de Nevada, no se permiten en ningún otro lugar de Estados Unidos.
Este es un diario "honorífico/nostálgico" que, al contrario que el resto, está contado a los 29 años tal y como lo recuerdo en el momento de escribirlo, mucho tiempo después. Si has llegado hasta él, decirte que no tiene una función práctica sino como álbum de recuerdos de nuestros inicios viajeros en familia, sin cuidado ortográfico. Disculpa por adelantado.
En la avioneta desde Las Vegas íbamos nosotros cuatro y dos chicas catalanas, aparte del piloto. La ruta fue fascinante, como se puede suponer, sobrevolamos el desierto y la famosa presa Hoover.
Unas vistas impresionantes de una obra faraónica entonces. Disfrutamos enormemente de la experiencia de sobrevolar esta zona privilegiada el planeta, ya que las vistas valen la pena y son realmente espectaculares.
No os voy a engañar, hubo alguna que otra "vomitona" ya que el piloto inclinaba la avioneta de vez en cuando en su afán de que fuéramos capaces de apreciar en toda su magnitud el espectáculo que se presentaba ante nuestros ojos y eso hizo que alguno de nosotros lo pasara un poco regular.
Una vez llegamos al pie del parque nacional del Gran Cañón, el paseo cambiaba al punto de vista más cercano, es decir a sentirnos situados al filo de semejantes cortadas, contemplando ese panorama impresionante e inigualable.
Parque nacional del Gran Cañón en torno a la garganta del río Colorado
El río colorado surcaba los valles haciendo justicia a su nombre, ya que realmente toma el color del camino que recorre.
No hay palabras para describir las emociones que se pueden llegar a sentir ante algunos parajes que nos ofrece la naturaleza y que muchos de nosotros, en algún momento hemos experimentado.
Los datos del Gran Cañón son gigantescos ya que se extiende sobre alrededor de 450 km de largo entre el lago Powell y el lago Mead y su profundidad media es de 1300 metros con un máximo de más 2000 metros
Los estratos relatan la historia del continente norteamericano y, posiblemente, es uno de los más visitados de Estados Unidos aunque por el mundo puedes encontrarte otros quizás incluso más impresionantes
Después de permanecer una buena parte de la mañana en la zona, recorrimos en el minibus que nos esperaba, una parte del parque para llegar al restaurante donde almorzaríamos para más tarde volver a recorrer nuestro trayecto de vuelta a Las Vegas y disfrutar de nuevo de semejante panorama.
Era última hora de la tarde pero el día no acababa ahí. Nos daría tiempo tan solo a darnos una ducha y arreglarnos. Teníamos previsto que nos viniera un coche a recoger para una visita completa de esta ciudad de Las Vegas, que la noche anterior tan solo habíamos olido. Así fue, nos recogió un trasto de coche, sin aire acondicionado, con su guía y conductor correspondiente. Digo esto porque en esta ciudad se soportan temperaturas extremas, también por la noche y nuestro paseo fue muy interesante, pero el calor fue mortal.
Recorrimos casinos con espectáculo, salas de juego, calles deslumbrantes invadidas por luces de neón. Entramos también en una de las capillas conocidas por la celebración de bodas express en esta ciudad, en la que en aquellos momentos se celebraba una.
En fin, disfrutamos un montón de este tipo de cosas, que intuíamos que existían, pero que jamás habíamos visto.
Eran las doce de la noche cuando llegamos al hotel, con un hambre feroz, ya que no habíamos vuelto a probar bocado desde el mediodía en el Gran Cañón, por falta de tiempo. Encontramos de casualidad un restaurante italiano, a punto de cerrar, en el centro comercial de las figuras romanas parlantes y se ofrecieron a servirnos unos espaguetis con berberechos que devoramos en un pis pas.
Ahora venía la peor parte, eran casi la una de la madrugada y a las cinco debíamos estar en el hall del hotel ya que nos recogerían para ir al aeropuerto a coger nuestro avión de regreso a casa, con un corto trasbordo en Nueva York, ciudad que no podríamos conocer en esta ocasión y que dejaríamos para otro viaje (ACTUALIZACIÓN: Ya el viaje a Nueva York en Chavetas).
El viaje terminó pero en nuestro recuerdo quedaron imágenes que jamás olvidaríamos y que aún después de tantos años recordamos ahora, por fin, siempre en Chavetas
Mª Carmen (y la familia Chavetas)