Si existe un "highlight" reconocible en Benín ese es el País Somba, un pueblo de agricultores y cazadores que permanece perenne al paso de los tiempos con su particular arquitectura y costumbres e incluso rituales más primitivos. Son los Batammariba, los habitantes de la región montañosa de Atakora, divididos por la "escuadra y cartabón" de los colonizadores europeos entre los valles de Boukombé en Benín y la región de Kutammaku en Togo. Togo es precisamente, tras atravesar la frontera más relajada de África, el nuevo país por donde regresaremos hacia Cotonou en lugar de volver sobre nuestros pasos, visitando también sus tatas (takienta o casas-torre) de adobe en lo que es la cuna de los Batammariba, Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.
No obstante, somba no deja de ser un nombre "peyorativo" con los que los bariba y posteriormente europeos, denominaron a todos los pueblos del mismo origen. Hoy, otamari es el nombre que los Batammariba reciben en el lado beninés y Tamberma en el de Togo.
- Las tatas somba, una arquitectura única en África
- ¿Cómo cruzar la frontera de Togo desde Benín? Andando y sin controles, la más relajada de África
- Koutammakou, la tierra de Batammariba en Togo
- Atravesando las primeras carreteras de Togo hasta Kara
Las tatas somba, una arquitectura única en África
¿Os acordáis donde nos habíamos quedado? Los días entre la fauna salvaje del P.N. Pendjari quedaban atrás. País Somba y los valles de Boukombé primero y posterior cruce de la frontera con Togo, nuestros objetivos en un recorrido similar a éste...
El pueblo somba o otamari, como se les conoce en Benín, es una etnia que lucha por mantenerse fieles a sus propias tradiciones como a su estilo de vida, de construcción e incluso ritos funerarios y ceremonias de iniciación, huyendo del progreso que se está empezando a extender por todo el área del país. Por suerte, esto se percibe desde el momento en que te adentras en sus dominios y empiezas a ver como las carreteras y el escenario se transforma, gracias a que en toda su historia nunca sufrieron influencias del exterior. Es, en ese momento, cuando te das cuenta que vas a poder vivir de primera mano uno de los encuentros más apasionantes que un viajero puede tener en África gracias a que Loana Travel tiene acceso a los lugares que venimos buscando también aquí (visitar una tata somba es posible buscando un guía en Boukoumbé aunque no lo que vamos a vivir en ambas fronteras)
Aunque el primer choque que me llevo no son ya esas casas de adobe que esperamos encontrar y de las que posiblemente si podía tener una idea en la cabeza sino sus escarificaciones faciales y corporales.
Los somba son una de las etnias africanas que más destaca por sus tradicionales escarificaciones cuando esta costumbre parece ser que está empezando a desaparecer en todo el continente. De hecho, es curioso observar como siendo el mismo pueblo en esencia, en la parte togolesa no se ven tan sumamente evolucionadas como aquí.
PINCELADAS PARA ENTENDER UN VIAJE A BENÍN y TOGO (VOL5): Las escarificaciones
Las escarificaciones se comienzan a realizar desde los 2-4 años de edad para introducirlos en la comunidad y se realizan según la fase vital que esté atravesando la persona: pubertad, sobre todo a las mujeres para que se sepa que están preparadas para el matrimonio; después de que las mujeres tengan a su primogénito, etc.. Los lugares más comunes en lo que se realizan estas marcas son en la cara, barriga y espalda. De hecho, se diferencian cuatro tipo de escarificaciones:
- Escarificaciones tribales: las que sirven como identificación de la tribu, clan o etnia a la que pertenece la persona.
- Escarificaciones masculinas: como si fueran heridas de guerra que otorgan al hombre un “valor"..
- Escarificaciones femeninas: con fines eróticos y estéticos, buscado realzar la belleza de cada mujer.
- Escarificaciones rituales: se hacen marcas en determinadas partes del cuerpo para alejar a los malos espíritus.
El sentimiento tribal o de identidad de las escarificaciones es llevado hasta tal punto que se muestran en el enlucido de las tata somba con diseños del clan o familia.
¿Y esas tatas somba de las que tanto hablamos? Las tatas o tankietas son verdaderas catedrales de la cultura Batammariba. Se trata de las casas tradicionales del pueblo que les sirve de vivienda pero también una entidad autónoma y defensiva propia con una gran parcela alredededor para los huertos y viveros que forma una unidad. Hay que tener en cuenta que acabaron en la cordillera de Atakora por su protección al ser un territorio de difícil acceso.
Realmente más que casas familiares parecen castillos de adobe, mezcla de paja y barro (y estiércol a veces), inspiradas en los baobaps, que no parecen seguir un orden lógico. A ellas a veces se entra por un agujero bastante pequeño a través del cual te tienes que arrastrar y otras por puertas, siempre orientadas hacia el Oeste para protegerse de los malos espíritus, lluvias y tormentas frías.
Suelen tener varios pisos de altura, tejados en punta y elevaciones. La planta baja, que simboliza el infierno y la muerte, sirve para guardar el ganado que se sacrifica para ser comido aunque también ahora se cocina y se realizan otras labores. La planta alta, la que lleva al cielo y los ancestros, es la que sirve para hacer vida, comer y almacenar las semillas de cereales, sorgo, el mijo y el maíz, fundamentalmente.
Los somba siguen un estilo de vida basado en la poligamia, por lo que en cada tata hay una habitación (más grande que el resto) para el jefe del clan y el resto de habitaciones son para las mujeres de la casa y los hijos que haya siempre de Norte a Sur. El Norte es ámbito de la mujer y el Sur del hombre.
A mayores, las tatas somba están llenas de simbología. En la entrada, casi siempre, habrá uno o más altares. En ellos están los signos que protegen a la familia y los que representan cómo los espíritus están presentes en sus vidas. Elementos estructurales y arquitectónicos, como la luz y la oscuridad, también se dotan de sentido y significado dentro de la casa y, por supuesto, jamás faltarán los fetiches.
Hablábamos antes del rechazo al progreso, pero este procede más bien de las personas mayores del pueblo, los jóvenes empiezan a alejarse un poco de las tradiciones (aunque no de los ritos, religión, simbología de la etnia…) y buscan construir casas de ladrillos, pues requieren mucho menos mantenimiento que las de adobe. No obstante, esto me parece una verdadera pena, pues lo que hemos vivido hoy es un legado cultural y arquitectónico único en todo África. ¿Buscamos dónde dormir Euloge? ¡ZAS! En todo el parabrisas
Por primera vez en todo el viaje vemos a Euloge nervioso. Un pájaro se ha "empotrado" literalmente contra el coche y es como si nuestro anfitrión estuviese buscando una "explicación científica" que le haga abandonar "aclaraciones más esotéricas" yendo hacia atrás en la carretera y buscando como ha podido pasar. Euloge viene de vuelta de todo pero hay algo que tiene muy claro, el sentimiento de profundo respeto por el culto animista, incluido el vudú, incluso por encima de otras religiones con las que pueda sentirse identificado. Las cosas no ocurren porque si. ¿Significaba algo aquello? Ya pasada la noche y tras pasar carreteras horribles llegamos a una especie de alojamiento que imita las tatas. Tras cenar y tomar alguna cerveza no especialmente fría (hoy hace muchísimo calor), hemos intentado descansar unas horas, hoy sí con aire acondicionado.
¿Cómo cruzar la frontera de Togo desde Benín? Andando y sin controles, la más relajada de África
Miro el "cuentakilómetros" tras desayunar y ponernos temprano en ruta. 1127 km desde que salimos de Cotonou, no está nada mal. Euloge sigue preocupado por su parabrisas. Hoy tocan trámites para pasar la frontera y lo que imagina mi cabeza son esas tediosas colas insufribles, sellados infinitos, controles de pasaportes cada tres pasos y todo bajo el sofocante calor africano. ¡Sorpresa! La frontera de Togo desde Benín en este punto, en el País Somba, es la más relajada nunca vista en África. Sellar la salida de Benín apenas consiste en parar en la oficina de la policía local de Bokoumbé para que nos pongan la estampita y desviarnos en lo que sería la traza de linea colonial para saludar y que te vean irte. No hay más división en el valle. El territorio somba fue cortado por esa "escuadra y cartabón" del colonialismo europeo pero aquí se ha preservado el sentido común, algo no tan habitual, y una familia puede cruzar la frontera sin ningún tipo de trámite para ir a comprar al pueblo y ... ¡ya está!
No obstante, Euloge ha decidido que todavía no vamos a traspasar esa línea imaginaria entre Benín y Togo y nos tiene reservada una sorpresa aunque nosotros, "blanquitos ignorantes" comentemos el error de fotografiar unos fetiches de un baobaps, símbolo de los antepasados, en nuestro camino saliendo unas mujeres a recriminarnos. Cometemos un error básico de todo viajero... ¡no preguntar! aunque sea de forma inconsciente porque realmente era el árbol lo que nos llamaba la atención ¡Mil perdones! Eso si, aquí apenas una carretera de tierra te permite observar las grandes extensiones de un valle homogéneo lleno de esos hermosos "castillos fortificados", baobaps sagrados y zonas de cultivo. Esto es Benín, aquello Togo y vuelta a Benín..
No sabremos nunca si Euloge sabía donde acabaríamos pero tenemos la impresión que si tenía claro lo que buscaba. ¡Un templo somba junto a una tata somba!, un lugar que podemos considerar auténticamente fuera de toda ruta pero es que encima... ¡hemos coincidido con un ritual!
Una persona cercana está muy enferma y el anciano ha llamado a su mensajero para ir al bosque sagrado y acaba de regresar con una bolsa. Nos piden no fotografiar ni grabar nada del ritual y, por supuesto, bajamos las cámaras. En ese momento saca algo de la bolsa y comienza a hacer una especie de bolas de barro en una zona apartada del recinto y las moja con agua. Sacan la cerveza de mijo, la distribuyen entre los ancianos. Nos ofrecen aunque educadamente rechazamos la oferta aludiendo a como podrían reaccionar nuestros estómagos. Ahora el mensajero impregna con el agua otros dos lugares del altar del santuario lleno de fetiches. Ahg, ¡no podemos mirar! Saca dos gallinas, todavía vivas, y las sacrifica delante de nosotros derramando su sangre sobre las bolas y soltándolas hasta que se revuelven hacia arriba, simbología de algo solo entendible por ellos.
Arranca las plumas y las pone sobre el altar, momento en que da por acaba la ceremonia, recoge las bolas de barro y se apresura a llevárselas a casa de la enferma. Parece ser que es una forma de trasladar la energía del templo a ese lugar para que sane. Ahora si nos dejan hacer fotos aunque quizás tras haber asistido a todo esto ya no tenemos el pulso ni el ánimo de antes. Los Batammariba son un pueblo animista con creencias en la tierra llamada Butan y una divinidad solar llamada Kuiye y todo gira en torno a eso.
Es el día a día de un mundo muy diferente al nuestro que todavía pervive en el interior del África más desconocida para nosotros, una en la que los sacrificios y ritos tribales más antiguos e íntimamente vinculados a la naturaleza son práctica habitual y cuyo pueblo sabe que es culturalmente único y sienten un orgullo especial por ello, al igual que lo tienen por la arquitectura de las tatas y de este impresionante templo en el que me adentro entre fetiches y amuletos sagrados.
Ahora si, es hora de despedir el lado de Benín y emprender la ruta que nos llevará a cruzar el "teórico" control de Togo. Comienza una nueva etapa de este viaje.
Koutammakou, la tierra de Batammariba en Togo
Y cuando digo "control" es algo parecido a lo siguiente, un visado "on arrival" de la forma más artesanal de un puesto pensado "para jugar unas cartas" que emite una especie de pre-permiso para su posterior sellado obligatorio al paso por Kara que, además, es donde dormiremos esta noche.
Nos merecemos una buena cerveza, ¿no creéis? El camino de tierra que lleva a nuestra siguiente parada tiene una especie de tienda de artesanía (2.200 CFA) y, sobre todo, un bar. ¡Por dios! Esa cerveza fría (500 CFA) ...
La región de Koutammakou es reconocida como la del pueblo Batammariba y Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. Lo que no he llegado a entender es porqué este área de 50.000 hectáreas si lo es y la parte de Benín no cuando lo que se inscribe es la singularidad de las tatas, sus campos cultivados y bosques y no deja de ser una extensión uniforme. La explicación es que esta zona utiliza sus recursos de forma armoniosa, con proyectos de turismo responsable dirigidos por la propia población local pero a nivel de patrimonio, debería ser lo mismo, ¿no?. No entiendo mucho de estos criterios...
Sea como fuere, Batammaribas significa “los que modelan la tierra” o “los buenos albañiles” y hemos llegado a otro lugar donde Euloge quería parar, bajo los dominios de la Reserva Forestal del Monte Amalo, donde las casas-torre son muy parecidas a las que habíamos visto en el pueblo otamari con pequeñas diferencias en la decoración de las fachadas, pues en las tatas somba de Benín se decoran con motivos geométricos, siguiendo la misma tendencia que se realiza con las caras de los miembros de las etnias y tribus y aquí si podemos apreciar que la gente no tiene esas escarificaciones.
No obstante, siguen teniendo sus propios rasgos de identidad marcados aunque sus orígenes siguen siendo desconocidos. ¿Cómo acabaron aquí? De todo lo que he leído lo que más me ha convencido es la teoría del antropólogo Paul Mercier que habla de una huida de la dominación de los mossi (y mamprusi y dagomba) con quien compartía territorio en la región Suroeste de Burkina Faso entre los S.XVI y XVIII.
La UNESCO alega que Koutammakou ha encontrado el equilibrio perfecto entre la presencia del hombre y la naturaleza en la que vive. La parte que quizás menos agrade a los residentes de este lugar es que, por ser Patrimonio de la Humanidad, se han convertido en una “atracción turística”, aún así, pocos visitantes llegan al año si lo comparamos con el viejo mundo. Suponemos que con el tiempo lograrán conseguir ese equilibrio entre identidad y turismo pero la visita resulta absolutamente fascinante.
Las torres de tierra aquí se han convertido en todo un símbolo distintivo del país, Togo, construidas igualmente de adobe, es decir, una mezcla de barro, paja, ramas, todo elementos naturales sin ningún tipo de procesado artificial y en este entorno de colina resultan realmente fotogénicas
No menos las personas que salen a nuestro encuentro. El pueblo otamari se llama taberma en Togo y para los amantes de la fotografía de rostros, esto es un paraíso (pidiendo el correspondiente permiso, por supuesto).
El chamán, el mensajero, el de los instrumentos, el del arco ...
.. la de la pipa, los anillos o pendientes hasta el último detalle o los tradicionales cuernos de animales en las cabezas.
Tampoco faltan elementos de los rituales animistas como esqueletos, cabezas y otros fetiches indescriptibles.
Abandonamos la parte alta de este poblado y nos dirigimos a lo que consideran su tesoro más valioso.
El baobab sagrado es del S.XI y hasta el S.XV sirvió como casa del jefe. Los iniciados lo siguen usando y tienen que entrar con kaoris, símbolo de riqueza, y hacer una ofrenda dentro. Es otra verdadera joya, un regalo de la naturaleza que los tamberma conservan en sus tierras.
La mañana se ha alargado bastante y es hora de intentar comer algo, no sin informarnos que en Togo hay un total de 40 grupos étnicos distintos y, el que destaca en número de población son los Ewe, siendo el 32% de la población togolesa, situados principalmente al sur del país. El grupo de los Kabyees, el segundo más grande del país en un 22%, se encuentran hacia el norte. Otros grupos étnicos mayoritarios son los Outachis (14% de la población), Mina, Aja, siendo estos últimos un 8%.
Atravesando las primeras carreteras de Togo hasta Kara
Kara es una región de la República de Togo y su capital lleva el mismo nombre. Esta región se sostiene en base a la agricultura (42% del PIB) aunque fundamentalmente de subsistencia. Apenas el café y cacao se producen principalmente para su comercialización. Nosotros lo primero que hemos hecho, tras comer (4.500 CFA), es conseguir en Hacienda unos timbres necesarios para tramitar el visado (10.000 CFA) y posteriormente registrarnos con eso y el pre-permiso que traemos en el pasaporte. Ni decir tiene que la bucrocracia togolesa es tal y como la imaginábamos, con viejas y descuidadas salas, despachos llenos de papeles, carpetas y registros que nunca jamás mirará nadie pero un trámite inevitable por el que hay que pasar, incluyendo el policía con cara de "tengo el poder" que te mira por encima del hombro. Es así, para que vamos a engañarnos.
La parte positiva es .. ¿quién viene a Togo? Aquí no hay largas colas de turistas esperando su turno. Llegar, besar el santo e irnos a tomar otra cervecita bien fresquita para celebrarlo aunque a ésta ha invitado Euloge. Entre alojarnos en el Hotel La Concorde, razonablemente bien, y disfrutar de una buena cena en un restaurante con bastante encanto llamado Le Chateau (2.650 CFA) nos ha dado la noche. Mañana seguiremos nuestro descenso al Sur de Togo en busca de nuevas aventuras. Atrás dejamos otamaris y tambermas, las montañas de Atakora, los valles de Boukombé en Benín y la región de Kutammaku en Togo. País Somba seguirá siendo la cuna de los Batammariba durante mucho tiempo, una región cultural y arquitectónicamente única en África que no deja indiferente a nadie.
Isaac (y Sele), desde Kara (Togo)
GASTOS DEL DÍA: 17.650 CFA (apróx 26.74 EUR) [y REGALOS: 2.200 CFA (apróx 3.30 EUR)]
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Magnífico relato, como siempre. Y geniales las fotos!! Un viaje más que hacemos a través de vuestros ojos!!
La verdad es que engancha desde la primera línea....y que ilustrativas son las fotos!!! Lo de las gallinas si que pone un poco los pelos de punta....Un gran relato Isaac !!
Leer tus relatos son más apasionantes que cualquier libro de viaje😘
Impresionante Isaac,que gran relato.Me tiene enganchada este viaje!