(Viene del DÍA10 (I): "El mercado de fetiches vudú más grande del mundo (y Togoville))" Yo ya había visto este lugar en imágenes que me enseñó Euloge (es amigo de su hechicero) pero siempre como una mera parada en la ruta. Creo que nunca desvelaré el lugar donde ocurrió más allá de un emplazamiento remoto alrededor del Lago Ahémé y del pueblo pescador de Bopa en Benín. Tampoco se si voy a ser capaz de transmitir lo allí vivido, empezando por unas fotos sacadas de lo mal que grabé mientras intentaba reaccionar, buscando la forma de "amueblar" lo que pasó por mi cabeza en ese momento. O quizás simplemente no es posible hacerlo, estos rituales ancestrales van más allá de cualquier entendimiento. El caso es que allí estaba, junto a Sele, viviendo un auténtico ritual vudú en el Templo de las Calaveras de Shangó, algo que sonaría simplemente esotérico si los cráneos no fuesen de humanos muertos al caer fulminados por un rayo al ser condenados por Shangó. No, no me he vuelto loco... o al menos eso creo.
No se ni por donde empezar a darle sentido a este artículo. Siempre pensé que llevaría esta experiencia solo a mi círculo más cercano. No obstante, como me dice Paula, Chavetas nació como un álbum de recuerdos que me gustaría leer algún día, quizás con la pequeña Olivia y, de una forma u otra, obviando algunos datos, no podía dejar este día a la suerte de mi recuerdo y mi memoria, la cual llegará un momento que no será capaz de buscar tan bien como ahora.
- Un viaje al universo de vudú en Benín
- Viviendo un ritual vudú en el Templo de las Calaveras de Shangó
- Cotonou, regreso al punto de partida en un silencio sepulcral
Un viaje al universo de vudú en Benín
Apresurados salimos de aquellas playas de Gran Popó donde hemos comido. Se muestra muy nervioso tras varias llamadas. Todavía recuerda aquella mañana en la que su padre le llevaría al bosque sagrado con los ojos tapados. No sabe explicar que ocurrió pero algo emanó del corazón espiritual del bosque. Templos, agua ardiente en los ojos y rechazo inicial. Fueron necesarios más tributos para lograr pasar ese duro rito de iniciación. Todavía hoy, con cierto escepticismo y trabajando en el mundo del turismo, cree entender porque fue rechazado aunque también es consciente que no fue casualidad que su padre, entre 8 hermanos, le eligiese a él para regalarle un libro de viajes siendo todavía muy joven. Nada es casual. Como tampoco lo es que aquella noche, a la 1 de la mañana y con todo apagado, Oró comience a deambular por las calles y emitir sonidos que dejan temblando a toda la comunidad local sin ni siquiera visualizarlo. Pobre del que se atreva a salir pues su función es la de detectar y castigar a los que comentan actos delictivos como deidad protectora que es.
El mundo del vudú, su magia o brujería, nos tiene temblando. Como nos habíamos ido rápidamente al norte, a territorio Taneka o al país Somba, pudimos percibir el animismo como esa liturgia que marca los devenires del día a día pero la costa, el vudú, son palabra mayores. El mercado de Dantokpa en Cotonou o Akodessewa en Lomé te adentran en el universo de sus fetiches, la visión parcial de la sociedad secreta de los Zanbetos en Ganvié o la ruta vudú de Togoville te permiten percibir lo arraigada de esta primitiva religión que todavía sobrevive a los tiempos en pleno S.XXI pero faltaba un escenario... EL ESCENARIO.
PINCELADAS PARA ENTENDER UN VIAJE A BENÍN y TOGO (VOL9): Danzas y música en las ceremonias y rituales vudú
Danzas y música son, seguramente, los factores más importantes para entender cómo y qué es verdaderamente un rito vudú en África Occidental y que nada tiene que ver con esa imagen de agujas clavadas en un muñeco que tenemos en nuestra civilización. Son los aspectos que mejor ilustran y dan significado a esta religión. Ambos, tanto los bailes como la música son los grandes protagonistas pues permiten la invocación de los espíritus y con ellos comienza todo un espectáculo en la mejor de sus connotaciones: trajes fascinantes y enormes que vuelan llenando gran parte del espacio, tambores, voces cantando algo que no entendemos pero que hechiza, movimientos rápidos pero suaves, lánguidos, de un lado al otro, giros…
Recuerdo también en estos momentos la primera conversación que tuve con Xavi de Loana Travel antes de animarnos con ellos a realizar esta aventura. "En mi último viaje a Benín vi cosas que nunca jamás pensé que vería. Estuve con un brujo que hace de tribunal de justicia vudú e incluso me abrieron el ataúd y enseñaron el cadáver explicándome todo lo que lo había llevado hasta ahí". Llegar a donde nadie llega aunque quizás nunca lo entendamos como el nerviosismo de Euloge. Las llamadas que ha recibido son del jefe del Templo de las Calaveras con el que tiene amistad. De hecho, ya lo ha estado haciendo mientras estábamos en Togo pero estuvo sin la SIM de Benín por lo que llamó a su mujer y ésta ha sido la que le ha avisado en cuanto recuperamos la cobertura. Han faltado el respeto de una seguidora y ésta se encuentra en trance mientras el culpable ha sido expulsado del pueblo. Llevan varios días de ceremonia de purificación y hoy es el día grande y ya han empezado.
¿Dónde estamos Euloge? Estamos adentrándonos en un barrio animista de la población pesquera de Bopa a orillas del Lago Ahémé donde vamos a intentar que el anciano especializado en medicina tradicional y guardián del dios Shangó, dios del trueno, y del Templo de las Calaveras, nos permita asistir a un ritual que no podremos entender. Euloge quiere que tengamos acceso a algo único y pocas veces visto por "blanquitos", un auténtico ritual vudú en Benín en un emplazamiento perdido a unos cuantos kilómetros de la costa. Bajamos del coche en una especie de suburbio y, tras unos momentos, alguien aparece (las imágenes desde estos momentos están sacadas del móvil, capturadas del vídeo de la cámara o las que sacó el joven aprendiz Gyslain que nos acompaña todos estos días).
Euloge habla largo y tendido con el chamán. Parece que hay algún problema y salen otras personas. Estamos en el segundo lago más grande de Benín donde viven dos nuevos grupos étnicos con los que tomamos contacto, los Pedah y los Ayizo. Se trata de un pueblo pescador que vive también de la agricultura pero donde, por encima de todas las cosas, está su religión. Finalmente parece que dan el visto bueno por lo que abrimos una verja metálica y accedemos a ...
Viviendo un ritual vudú en el Templo de las Calaveras de Shangó
Tengo notas difusas que fui escribiendo de todo lo que me venía a la cabeza según hacíamos el trayecto hasta Cotonou. El silencio en el coche era sepulcral. Lo que vivimos desde estos momentos creo que jamás seré capaz de explicarlo con palabras. Quizás por eso también he distorsionado las fotos que, entre la mala calidad, y lo que mi cerebro conserva de lo allí visto, es la forma más efectiva de intentar transmitir lo que esta gente de la etnia Pedah estaba realizando. Y ahí estábamos nosotros, descalzos de pies y espíritu...
Tambores a ritmo, sol bajo, humareda, personas danzando enérgicamente ataviadas con coloridos trajes, ... y, sobre todo, una impactante imagen que quedó grabada en mi retina a fuego (y nunca mejor dicho).
¿Eran cráneos? Y no uno ni dos... Son calaveras de personas que han sido castigadas por el dios Shangó con la condena más grave posible, ejecutándolas con el rayo de una tormenta por algún delito cometido. Una de ellas se encuentra anclada en un palo más largo y parece ser que va a ser objeto de algún tipo de ceremonia.
No nos sentimos intimidados por nadie en ningún momento y si así fue, ni me enteré. De hecho, el pueblo está tan involucrado en aquellos bailes y danzas en torno a las calaveras que es como si nuestra presencia no fuese advertida. Estamos ante el cuarto día de un ritual que yo creía, inocentemente, que ya no existían más que en el cine. ¿A quién no le viene a la cabeza Indiana Jones y el Templo Maldito?
De repente paran los cánticos. La campana de lo que parece el "organizador" suena varias veces y todos comienzan a repetir sus vocablos. Algo está sucediendo pero, si ya aquello no pasa mi tamiz de credulidad, como para comprender mucho más allá.
Fornidos hombres debaten sobre los siguientes pasos de la ceremonia. Del fondo, emerge la figura del hechicero jefe sosteniendo la mano de lo que parece que es la mujer que está en trance por la ofensa cometida. Es una iniciada de esta sociedad secreta que ha sido gravemente agraviada y ha entrado en un estado también difícilmente explicable. Parece ser que hay algún tipo de estimulantes naturales que expliquen esta situación pero no me atrevo a asegurar nada.
Si todo aquello ya es surrealista de por si, todavía no habíamos visto nada. Empieza una parte de la ceremonia en la que "de alguna forma" van a invocar a los espíritus de los antepasados. Al estado de trance que les comunica con el "más allá", la música y los cánticos se le añade un ingrediente fundamental: las ofrendas. Para ello, primero preparan las calaveras haciéndolas literalmente "prenderse de fuego" ante nuestros ojos mediante algún tipo de combustible
Esta parte resulta muy dura pues sacrifican gallinas vivas, beben su sangre y rocían el fetiche con sus plumas y mejunje rojo. Y yo no se como reaccionar, estoy sobrecogido e hipnotizado y presiento que mi compañero de fatigas, el amigo Sele, se encuentra en la misma situación.
Comienzan de nuevo los tambores, las campanas y esa especie de comunión entre el cuerpo y la naturaleza. A la religión vudú se le llama también la "religión bailada" y hoy nos está quedando claro el motivo. A eso se le añade un fuerte olor intenso.
El número 41, la presencia de Legba como espíritu protector, la sociedad secreta de los Geledé y otras tantas que sacan sus máscaras para pedir cosechas o curación.. Hay mujeres que se tiran años en los bosques sagrados para entender lo más profundo del vudú y cuando salen, aparecen con escarificaciones increíbles e incluso hablando otro dialecto. Son pueblos que han decidido dar su vida a la tradición y pueden llegar a tal punto de trance que ante un sacrificio de una cabra, por ejemplo, llegan a comérsela cruda.
Acaba esta parte de la ceremonia y ahora si, se dirigen a nosotros para invitarnos a que les sigamos al Templo de las Calaveras de Shangó.
Más que un templo como podemos imaginar, estamos ante un rústico cobertizo lleno de fetiches y un área que parece un almacén con otros tantos amuletos. Tienen muchas más calaveras pero están escondidas para evitar robos. Shangó parece ser que fue el poderoso cuarto rey en el Imperio Yoruba y Oyo pero sus ministros lo desafiaron por el trono y tuvo que huir al bosque por el que vagó durante mucho tiempo hasta que se colgó de un árbol. Cuenta la leyenda que esto provocó una gran tormenta que arrasó su imperio y mató a todos los que osaron desafiarle y desde entonces arroja rayos desde el cielo impartiendo su propia justicia.
El jefe del templo se acerca a Euloge y nos dice que a partir de este momento quieren seguir su ritual de forma privada y, por supuesto, lo respetamos. A las gallinas sabemos que le siguen cabras, cerdos e incluso bueyes y casi me alegro de no haber presenciado aquello. En parte, siento una gran liberación ...
Cotonou, regreso al punto de partida en un silencio sepulcral
Existe una liturgia que te exige purificarte días antes de ir donde está enterrada la persona con la que quieres hablar. A las 12 se escribe en un papel lo que quieres decir y luego lo quemas en la tumba. Los trozos que quedan los coges aleatoriamente, dándote un mensaje. Hay que estar en un estado de pureza absoluta. Existe otra forma, llevada al extremo en Gabón por la religión Bwiti, donde consumen ibogaína, un alcaloide con efectos alucinógenos que estimula el sistema nervioso. Son las casas negras que también existen en Benín. Nos lo admite, él ha podido hablar con los muertos.
Ha sido una jornada de 170 kilómetros, estos últimos en medio de un silencio sepulcral y quizás por eso Euloge ha creído conveniente que hoy era necesario dormir en el Hotel Du Lac, uno de los mejores de la capital administrativa (Portonovo, la capital de Benín que visitaremos mañana), y saborear una buena cena (8.500 CFA). Llevamos 2.000 km exactos en el momento que llegamos a Cotonou, punto de partida y desde el cual completaremos el resto del itinerario. Intento poner algo de cordura en mi mente a todo este galimatías pero creo que es posible que haya experiencias cargadas de una energía inexplicable que deben permanecer en su mundo esotérico dentro de esta religión primitiva que todavía sobrevive en pleno S.XXI, el vudú. También soy consciente de que a principios de Enero hay en la ciudad costera de Ouidah una ceremonia donde sectas venidas de todo África Occidental muestran sus liturgias y es posible ver cosas similares pero dudo que lo vivido hoy haya estado al alcance de muy pocas personas extranjeras. Eso si, una cosa me ha quedado clara, escéptico o no.. jamás pondré en duda mi respeto al vudú.
Isaac (y Sele), desde Cotonou (Benín)
GASTOS DEL DÍA: 17.500 CFA (apróx 26.51 EUR)
Ostras!!!! Esto mucho peor que lo del otro día... se me está cortando hasta el desayuno!!!!! No sé como tuviste los hue... de asistir a eso!!!! Jajajajajaja. Desde luego es un experiención, pero telita!!!! Uffff
Increíble, haber vivido un experiencia como esa.. a pesar de su "dureza" es un privilegio, debes transportarte totalmente a algo tan autentico.. a otro mundo como el que vemos en los documentales mas remotos.. me ha encantado leerlo y ver las imagenes. Gracias!
Holaa Belén:
Muchas gracias por escribirme. La verdad es que no se si he sido capaz de transmitir un "poquito" de lo que viví allí pero si al menos la idea de que eso ha sido en pleno 2019 y tenga esa misma sensación de lo que dices. Jamás me hubiera imaginado que aquellos documentales que vería de pequeño estaría delante de mi. Muchas gracias por leerlo 😉 😉
Estoy descompuesta solo de leerlo!! Yo tampoco podría asistir a algo así ...
Isaac te pintaste la cara o es que estabas pálido? Te veo blanco en alguna foto!! 😕😕😕
Que miedo !!!. A mi no me ven por allí ni aunque me regalen la experiencia. 😱
¡Qué fuerte!! bufff 😨😣 Yo no creo que hubiese podido asistir a algo así...