En este mundo hay mucha clase de gente de lo más variopinta, pero yo haría una división entre dos tipos bien diferenciado de personas.
Las primeras son aquellas que se pasan la vida haciendo cosas por los demás altruistamente, intentando agradar a todo el mundo, tal vez buscando una aceptación personal o un reconocimiento, o quizás porque les complace que la gente a su alrededor sea feliz. En el fondo, supongo que cualquier acción tiene su parte egoísta.
Estas personas en su abnegada dedicación hacia los otros, llegan a pensar que casi todas las cosas son su deber y que el mundo dejará de girar si no están ahí para enmendarlo, lo que no es cierto de ningún modo ya que cuando no se encuentran, todo sigue funcionando por inercia de igual manera que antes, solo que a alguno le puede incomodar que aquello que estos individuos hacen por ellos, al dejar de estar hecho, pasa a ser una tarea no servida y de la que se tienen que ocupar personalmente.
Lo curioso es que a estas personas que sirven incondicionalmente, por lo general no se les tiene muy en cuenta, no significan mucho para casi nadie, a veces son hasta invisibles, son catalogadas de "buenas" o "tontas", tan solo alguien les echa en falta alguna vez por aquello de la comodidad que les proporcionaban.
Las segundas son aquellas que se dejan hacer, y que poco a poco van creyéndose merecedores de la servidumbre de los primeros. No están preocupados normalmente por su entorno porque casi siempre hay otro que resuelve sus necesidades. Cogen lo que necesitan, cuando lo necesitan, a pesar de los demás. Podrían hasta llegar ha definirse como “caraduras”, pero aun más curioso que lo anterior es que esta gente suele tener la admiración y el reconocimiento ajeno, no se sabe por qué motivo, les tratan mejor que a nadie, son admirados como si pertenecieran a los dioses del Olimpo y le sacan partido a su egoísmo con el mas absoluto desparpajo y normalidad.
Estamos de acuerdo en que siempre ha habido diferencias en casi todas las cosas de este complicado mundo, pero no por ello deja de llamar la atención la escala de valores con que se mide lo que importa o no importa, lo que está bien y lo que está mal, lo que vale la pena y lo que no. Solamente parecen tener significado las etiquetas, y hacemos importante lo banal como si fueran las reales pautas del universo.
Y llegamos a una reflexión ¿Somos tan inteligentes realmente que no sabemos distinguir o tal vez nos interesa crear héroes de ficción en los que reflejarnos cuando nos disgustamos a nosotros mismos?