Fue un viaje muy especial para mi. Primero pensé que no podría ir porque tenía que cuidar de la abuela María. A ella no le gustaba nada que no fuera a ese viaje con mi familia por estar con ella, pero lo primero es lo primero, y la verdad es que estaba muy malita en esos momentos.
Parece como si hubiera decidido irse de mi lado quince días antes de esa fecha para darme la oportunidad de acompañar a los míos. Un precio demasiado alto que aun no se como encajar en mi vida. Su falta es tan grande que todos los viajes del mundo no compensarán su ausencia, pero así fue y tras catorce años sin ir los cuatro juntos, lo íbamos a volver a hacer, después de que mi hijo consiguiera añadirme a él, obteniendo visados, vuelos y demás papeles a velocidad supersónica.
Nada menos que iríamos a China y por si fuera poco, no a los lugares que ya conocimos el año 2007, que fueron Pekín, Xian, Guillin, Hounzhou, Sushou y Sanghai, sino a Guangzhou, Hong Kong y Macao. Tres nuevos sitios sin explorar.
Fue estupendo poder compartir esas experiencias en ese país lleno de contrastes y contradicciones.
Guangzhou, una megápolis muy del estilo de aquel país con sus inmensos barrios comerciales, tanto de lujo, como mercadillos callejeros, digo barrios, pero en realidad casi toda china es un increíble bazar. Todo se vende, lo más increíble, hasta en sus mercados de pescado o de cualquier tipo de comida existen cosas de lo mas variopinto, ¡para gustos!, claro está.
El ambiente de la calle, a rebosar de gente, no deja duda de que es el país más habitado de la tierra. Su paseo fluvial lleno de barquitos adornados de forma espectacular recorren el Pearl river al caer la noche para admirar la estridente iluminación que ofrece la ciudad, y eso nos da que pensar que este país atenta contra el medio ambiente como ningún otro.
Hong Kong, otra grandiosa y tremenda ciudad, con una bahía impresionante, que debe de encontrarse entre las mas llamativas del mundo junto con Sanghai, Singapur.. etc..Sus rascacielos, sus tranvías, buses de dos pisos y esa mezcla entre culturas británica y china que la caracteriza.
Allí subimos en el teleférico de recorrido más largo que he montado en mi vida con el suelo de cristal, para mas impresión. 20 minutos de subida y 20 de bajada, atravesando la bahía hacia las montañas. Realmente era espectacular. Ya se sabe todo en china es a lo grande, los templos, los rascacielos, los recintos feriales, como los que visitamos. El de Guangzhou es el más grande del mundo, según dicen y realmente lo creo.
Macao, que puedo decir de Macao, que puedes sacar tres impresiones totalmente opuestas, según por que parte te encuentres. Está el Macao de casas pobres y mugrientas, que impresiona por lo extremadamente feo de su estampa. El Macao colonial, herencia de los Portugueses, pintoresco y colorido, lleno de casas coloniales y curiosas tiendas de dulces autóctonos y por último el Macao del juego, con sus grandes casinos, súper grandiosos, tanto o mas que los de las Vegas, en los que el juego se desarrolla ininterrumpidamente durante las 24 horas del día.
Para broche final nos dimos un último capricho disfrutando de Disney Hong Kong, que era el último que nos quedaba por conocer. Era el más pequeño de todos, pero fue muy dulce recordar cuando hace muchos años en Florida todo nos encandilaba por ser nuevo para nosotros y disfrutamos como niños pequeños.
No se si la vida nos dará otra oportunidad para volver a hacer otro viaje juntos, pero realmente es maravilloso compartir la ilusión y la experiencia de viajar así, como lo hacíamos antes, aunque ya se sabe, la vida le lleva a cada uno por sus senderos particulares y es bastante difícil por trabajo y demás circunstancias; pero como solía decir la abuela María, "que nos quiten lo bailao" . Lo recordaremos siempre y de esa forma, al revivirlo en nuestra mente y en nuestro corazón, volveremos a ser felices.