Cuenta la difusa historia de esta parte de África que los Kotokoli o Temba eran comerciantes sin escrúpulos, procedentes de la actual Burkina Faso, y que hoy se concentran en Togo en la ciudad de Sokodé, asentamiento de las antiguas rutas de caravanas. ¿Togo? Lo cierto es que este país del Golfo de Guinea nada tiene que ver, hablando en términos de turismo, con sus vecinos Benín y Ghana y, si ya los anteriores lo hacen en menor medida, pasa completamente desapercibido a la mirada occidental. Hoy tenemos una larga jornada atravesando el país de Norte a Sur y conoceremos un poco más de sus pueblos, de sus atractivos desde Sokodé a Kpalimé, pasando por Atakpamé, e incluso de nuestro primer encuentro con miembros de una de las últimas etnias nómadas de África Occidental, los hermosos Fulani (y nunca mejor dicho)
Como no, la mejor forma de conocer un pueblo es parar en sus mercados locales y eso iba a ocupar gran parte de nuestro recorrido.
- Los Kotokoli de Sokodé y el primer encuentro con los Fulani.
- Larga ruta hasta Kpalimé, parando en Atakpamé
- Kpalimé, casi en la frontera de Ghana
Los Kotokoli de Sokodé y el primer encuentro con los Fulani.
Tras desayunar en el Hotel La Concorde, enfilamos el tramo de viaje de regreso a la costa del Golfo de Guinea. En realidad, podríamos haberlo hecho perfectamente por Benín ya que muchos viajes (generalmente de menos días) se centran exclusivamente en ese país, pero sería un "desperdicio" pudiendo hacerlo de forma paralela a donde hemos ido, en este caso por los principales atractivos de Togo. La ruta del día iba a ser algo parecida a la siguiente...
¿Y qué tiene Togo? Ni las Lonely Planet, Traveler ni otros referentes tiene gran información de este país. Se limitan a indicar que tiene unas 40 etnias diferentes en un entorno de colinas boscosas verdes, playas de cocoteros y sabana, y más allá del Vudú (más en la zona de costa, como en Benín), Koutammakou y su cultura y arquitectura única Patrimonio de la Humanidad por UNESCO que viéramos ayer, algunas visitas de su capital Lomé y las rutas de senderismo de Kpalimé, poco más destacan. La realidad es que nadie vendría explicitamente a Togo si no fuera por Benín pero yo nunca prescindiría de Togo y de la esencia de un viaje que busca el contacto con esos pueblos más olvidados de África, como los Kotokoli, o perderse en sus mercados más coloridos, de visitar el origen de todo en Togoville, incluso, ¿por qué no?, intentar buscar vida salvaje en el Parque Nacional Kerán o el Parque Nacional Fazao Malfakassa aunque la década de los 90 acabó con toda la infraestructura turística (hoteles, carreteras, plataformas de observación..) que se había desarrollado y la diversidad debe ser muy escasa en ambos (antes había muchos elefantes) por lo que es mejor optar por el Parque Nacional Pendjari en Benín como nosotros.
Es en torno a las 9'30 cuando, apenas hemos recorrido 20 km, cuando Euloge nos propone una parada diferente, allí donde siguen sorprendiéndonos esos enormes cuernos de los cebús que descansan todavía.
Estamos en un pueblo Tem o Temba o tradicionalmente también llamados Kotokoli. Temba significa “persona que habla Tem” y, Kotokoli viene de koto kolim, que significa “aquellos que dan y reciben”. ¿Sabéis por qué? ¡Exacto! Eran comerciantes de ganado, entre otras cosas. Sin embargo, el término Temba lo veremos más habitualmente porque Kotokoli tiene connotaciones negativas y despectivas ya que el origen de estos comerciantes esta asociado a prácticas poco transparentes y oscuras y, el resto de comerciantes locales, enfadados y molestos, los comenzó a denominar así de forma peyorativa.
La parada, no obstante, antes de seguir conociendo más sobre este grupo étnico, es para contemplar una de las actividades más conocidas del pueblo: la fabricación de tejidos. De hecho, esta actividad está muy extendida y existen talleres-escuela de mantenimiento artesanal aunque en este emplazamiento la iniciativa fue desarrollada por un turista y el gobierno de Francia se hizo cargo del mismo en la actualidad.
Intentando molestar lo menos posible (no olvidemos que estas mujeres están trabajando) nos adentramos en un telar. Varias chicas dispuestas en fila, cada una concentrada en su trabajo, elaboran el que es uno de los productos con mayor fama de este pueblo.
Tenemos la suerte de poder ver cómo es parte de este proceso de tejer, cómo trabajan los hilos. Una de las cosas que más nos sorprende de lo que vemos es que TODAS las mujeres trabajan al mismo ritmo, misma cadencia, mismos pasos... Más que personas tejiendo parece una coreografía perfectamente ensayada en la que todas van al unísono.
Pero no sólo son ellas quienes trabajan las telas sino que los hombres también trabajan dentro de este sector. Por lo que hemos visto, éstos acaban a máquina los productos finales. Ya hacía tiempo que no veía estos aparatos, creo que la última vez fue en casa de la abuela Chavetas.
Despedimos y agradecemos amablemente la visita sin comprar demasiado (algo simbólico para ayudar ya que es una tela muy gruesa para lo que estamos acostumbrados) y continuamos nuestro recorrido hasta unos kilómetros más adelante donde está dispuesto el mercado de Sodoké. Durante este viaje hemos pasado ya por varios mercados y cada vez me reafirmo más en que la vida que se ve en un mercado local es la mejor forma de conocer cómo es la gente que lo transita, cómo viven, cómo son, descubrir a la gente de verdad, además de ver un país a través de su universo de colores.
En la actualidad, los Temba son agricultores (cultivan maíz, frijoles, cacahuetes, calabazas…) y ganaderos (burros, cabras, ovejas…) aunque los animales se utilizan principalmente como moneda de cambio en matrimonios, como “material” para ser sacrificado en rituales y para quedarse con su piel. El comercio sigue estando presente en sus vidas pues muchos acuden a mercados para intercambiar productos.
Dividen las tareas entre hombres y mujeres. Generalmente, ellos cuidan a los animales y realizan las labores agrícolas y ellas recolectan frutos, materiales para la construcción y se encargan de las tareas de la casa. Nos habéis preguntado también bastante a través de mensajes en las RRSS sobre la seguridad y la gente en ambos países, Benín y Togo. Pues bien, puede que en las ciudades más grandes sí se muestren más reacios al turista pero la gente local de los pueblos que estamos visitando son TODO AMABILIDAD, HOSPITALIDAD Y SONRISAS.
Es algo que seguramente no habría ni que mencionar pero entendemos perfectamente que los prejuicios, los mismos que llevamos nosotros (a nadie vamos a engañar), suelen tender a generalizar noticias difusas que nos llegan.
No seguimos ni unos kilómetros más (así no llegaremos ni para la noche, jaja) y .. ¡PARA! ¡PARA! ¡PARA! Son mujeres Fulani, un encuentro que buscaremos en Benín en próximos días pero que hemos tenido la suerte de adelantar a Togo. Una va con un niño pequeño y la otra embarazada, camino a otro mercado que hay un poco más adelante donde vemos otros miembros masculinos más. Además de identificables respecto al resto de la población sin mucho esfuerzo, esencialmente por su cuidado y belleza, hemos ido a dar con una chica especialmente hermosa.
Parece ser que aquí en Togo, los Kotokoli no son quienes ordeñan a los animales sino que contratan a los Fulani para que realicen ellos esta labor. Hablaremos más de ellos próximamente.
Larga ruta hasta Kpalimé, parando en Atakpamé
Los más de 350 km de la jornada siguen avanzando muy lentamente, sobre todo cuando volvemos a parar en otro mercado. Sobre la vida dentro de la comunidad de los Temba podemos destacar varias características, con el fin de entender y llegar un poco más allá en el conocimiento de esta etnia. Practican la endogamia, la poligamia y son mulsulmanes desde mediados de 1800 cuando llegó la religión islámica a través de pastores Hausa y Fulani, aunque, al igual que en Benín, el sincretismo con las religiones animistas se ha impuesto.
Los matrimonios se organizan por los padres de los futuros cónyuges cuando son pequeños y se eligen ambos dentro de la misma tribu, obligatoriamente. Además, la primera esposa tiene mayor “nivel” que el resto de esposas, las cuales, por cierto, viven todas en diferentes casas o chozas.
La religión fue motivo de guerras y altercados en Sokodé, capital del Islam en Togo, donde además se encuentra la primera mezquita que se construyó en el país, en 1820. El Uro, que es el jefe de la aldea, intentó echar en su momento a los musulmanes pero fue imposible. El Uro acostumbra a ser el miembro más longevo del linaje.
PINCELADAS PARA ENTENDER UN VIAJE A BENÍN y TOGO (VOL6): Sincretismo entre animismo y cristianos/musulmanes
Si bien es cierto que el sincretismo religioso es práctica habitual por todo el mundo (ya lo viéramos en Perú, mismamente), aunque no lo creamos porque las religiones abrahámicas son predominantes, es el animismo la religión que prevalece por encima de todas, esa creencia en los animales, las plantas e incluso los objetos inanimados que proviene de las primeras sociedades tribales y que, sea cual sea la religión que la someta, mantiene su esencia.
Así, es habitual convertirse al cristianismo y asistir a la iglesia los domingos o al islam y acudir a la llamada de la oración pero luego adoran la naturaleza y los espíritus ancestrales entre semana
Los Temba realizan muchas celebraciones o rituales con distintos motivos u objetivos. Uno de ellos, el Adosa o Gadao-Adossa sirve para mostrar el agradecimiento de las personas de la tribu a los espíritus y a los antepasados por las buenas cosechas, cuando las hay. Como estos rituales hay muchos más, pero entre todos destaca la danza tradicional de Kumbe o Goumbe, una danza que se hacía después de las batallas para agradecer a los espíritus haber protegido a los guerreros. El sincretismo animista-musulmán es total.
¿Un partidito de fútbol de la Liga Española o una siesta en la furgoneta más tiñosa del poblado?
Son en torno a las 14'00 cuando llegamos a Atakpamé, la quinta ciudad más grande de Togo, región comercial que se encuentra entre Kara y Lomé, la capital del país, y aprovechamos para comer algo y refrescarnos (7.000 CFA). Atakmapé y Kpalimé tienen algo común, ambos son los últimos asentamientos (importantes) de los Yoruba situados entre los ríos Niger y Volta.
Kpalimé, casi en la frontera de Ghana
Unos 100 km nos separan de la meta del día, Kpalimé, por lo que la comida ha hecho su efecto y del resto del trayecto casi no nos hemos enterado. Son alrededor de las 17'00 cuando nos damos cuenta que el entorno ha cambiado, estamos en un región de bosque cerca de la frontera con Ghana y aquí plantaremos la base de hoy.
¿Cuál será nuestra sorpresa Euloge? ¡PISCINA! El Hotel Cristal de Kpalimé cuenta con 80 habitaciones, discoteca y ese baño refrescante con el que soñamos tras una dura jornada de viaje. ¡Euloge, tú si que sabes!
Al agua patos y, entre brazada y brazada, me da tiempo a hacer unos vídeos para subir a stories, contestar a la familia y salir de ese estado permanente de calor agobiante en el que llevamos todos estos días, mientras vemos un espectáculo impresionante que la naturaleza regala cuando bandadas de murciélagos abandonan su cobijo diurno para cubrir el cielo rumbo a los árboles frutales según baja el sol dejando una foto para inmortalizar. ¡Qué bonito atardecer!
Una cerveza fresquita, una curiosa cena (6.600 CFA) en la terraza del Aux Balançoires Bar en lo que parece el centro de un pueblo de mochileros, donde abundan los hosteles pero no se ve demasiado turismo, nos sirven para despedir una larga jornada de trayecto que nos sirvió para ese primer encuentro con la etnia nómada de los Fulani y muy especialmente con los Kotokoli o Temba de Togo. ¡Mañana ruta de senderismo en Kpalimé!
Isaac (y Sele), desde Kpalimé (Togo)
GASTOS DEL DÍA: 13.600 CFA (apróx 20.21 EUR)