Toca abandonar el cobijo de los Alpes berneses para volver a esas poblaciones medievales que tanto encanto poseen en esta parte de Europa. Friburgo, con sus más de 200 fachadas góticas, Gruyeres y su queso, o el famosísimo Castillo de Chillón, nos ha trasportado a una época que atrae a los escritores más romáticos, y no es para menos.
Montreux nos cobija ahora, a orillas del Lago Lemán, una ciudad que sirvió de inspiración para personajes de la talla de Freddy Mercury o el grupo Deep Purple y su famosa "Smoke on the water" que todos conocemos.
- Itinerario desde Interlaken a Montreux del día
- Friburgo, una ciudad medieval en alturas
- Gruyeres, una fondeau de verdad
- El Castillo de Chillón, evocando el romanticismo.
- Montreux, la ciudad de las inspiraciones
Itinerario desde Interlaken a Montreux del día
No hemos madrugado demasiado, para que nos vamos a engañar. Ayer, en nuestra excursión al Top of Europe, era inevitable pero hoy estamos más perezosos, así que desayunamos tranquilamente y hacemos el checkout del Hotel Harder Minerva antes de coger el coche en el Parking de la estaciones de trenes (21,20 CHF) cercana donde lo dejamos hace un par de días. La ruta hoy nos lleva a un área diferente de Suiza, que comienza por Friburgo.
Friburgo, una ciudad medieval en alturas
Friburgo (no confundir con la de Alemania), es una de las ciudades más grandes de la Edad Media a la que regresamos tras nuestros pasos por Thun o Spiez en nuestra resaca de Nochevieja en Berna, y es bañada por el curso del río Saane. Nuestra caminata ha sido algo parecida a la siguiente:
Aunque lo que desconocíamos antes de llegar a la ciudad es que nos encontrábamos en una población que ha crecido en alturas, cuyo desnivel entre la colina y la ribera del río se salva gracias a uno de los funiculares (1) más antiguos y curiosos que hemos visto en nuestros viajes (2.70 CHF cada uno, por una hora máximo).
¿Por qué curioso? Resulta que son las aguas residuales de la ciudad la que hacen funcionar desde 1899 un funicular único en Europa que en apenas 3 minutos nos planta en la parte baja 120 metros más abajo.
La ciudad "baja", el barrio de Neuveville, está envuelta en un intenso ambiente bohemio, llena de pequeñas boutiques, galerías de artes (toda la ciudad lo está además de museos), tiendas de antigüedades y puentes antiguos que cruzan el río hasta la otra orilla, entre los que se encuentran el famoso Puente de Milleu o el St-Jean (2) que cruzamos.
Pero si algo nos llama la atención, aunque teníamos nuestras sospechas cuando en la autopista cambiamos el "Ausgang" de salida por "Sortie", es que hemos traspasado una linea invisible del idioma dentro de un mismo país, y con él del carácter del propio lugareño.
La amabilidad de los conductores del funicular, se palpa todavía más cuando entramos a tomar algo caliente a una pintoresca cafetería (7.40 CHF), y nos hablan en francés saludándonos efusivamente. Estamos en la zona geográfica que marca la mezcla de idiomas, donde ya el 60% hablan más francés que alemán, y donde las familias se han ido mezclando generación tras generación.
Con las hermosas vistas de la Catedral de San Nicolás de fondo, volvemos a coger el funicular para acercarnos al corazón del Casco Histórico de Friburgo
Tras muchos días haciéndonos un tiempo poco habitual para un invierno, hoy si nos han caído unas gotas a primera hora. Acostumbrados a los diluvios de Galicia no se puede decir que nos afecte demasiado, pero hemos abierto por primera vez nuestro paraguas. Las vistas desde el paseo superior con los viejos tejados, las chimeneas encendidas y las estrechas callejuelas, son magnificas
En este punto empezamos a entender el porqué del encanto medieval del Casco Antiguo, con sus más de 200 fachadas góticas del S.XV, y con todavía restos de la antigua muralla, torres y el gran bastión.
Siguiendo nuestro paseo por la route des Alpes, en la parte superior, llegamos a la Plaza Petit Paradis con su fuente y al Ayuntamiento (3). También aquí se encuentra uno de los mejores puntos para obtener una panorámica de la ciudad desde el Hotel De Ville.
Pero a nosotros lo que nos tiene entusiasmados desde hace un rato, es la fachada, que emerge entre las casas, de la Catedral de San Nicolás (4), una verdadera maravilla gótica de los S.XIII-XV, su puerta de madera grabada y su torre de 74 metros (a la cual se puede subir)
Su interior es, si cabe, todavía más impresionante, especialmente sus maravillosos vitrales, su Santo Sepulcro y, como no, su órgano que no falta en ninguna iglesia o catedral suiza.
Justo enfrente de San Nicolás está la Basílica de Notre-dame (5), mucho más sencilla que la anterior, pero con un magnífica cúpula y no menos impresionantes vidrieras, que bien merecen una parada
Y aunque Friburgo es una visita muy interesante, donde podríamos entrar en todo tipo de detalles históricos y culturales, no lo haremos porque sino este relato podría resultar muy tedioso, una experiencia que realmente nos apetecía un día como hoy se encuentra a unos 30 minutos de aquí tras pagar el parking (4 CHF), volviendo a entrar en los parajes nevados de la Suiza invernal.
Gruyeres, una fondeau de verdad
En busca de esos pueblos de cuento como nuestro mágico Hallstatt, el idílico Steim Am-Rhein o el romántico Heidelberg, teníamos muy buenas referencias de la histórica ciudad medieval famosa en el mundo por su queso, Gruyeres, donde antes de acceder al área de sus principales atractivos, no íbamos a perder la oportunidad de conocer un poco más sobre el producto que le da fama mundial en La Maison du Gruyere (1).
En una gran nave donde se muestra el proceso de creación, elaboración artesanal y reposo de estos quesos que no se pasteurizan (y donde también hay un restaurante a precios muy asequibles y menú del día).
La entrada cuesta 7 CHF por persona pero con ella va incluida una muestra del queso de Gruyers en tres estados de maduración diferentes (fresco, semicurado y curado) que poco tarda en "desaparecer" como piscolabis mientras vemos el pequeño museo en el que explican diferentes aromas y otras cosas...
Así se pasa a la parte trasera, donde con diferentes horarios al día se puede ver hasta el más mínimo detalle del proceso de elaboración del queso donde, aunque no seas un aficionado ni te guste mucho el queso, la boca se te hará agua de igual forma.
Ya saliendo de la parte "de pago", al lado del restaurante y bajando unas escaleras, se nos permite ver el almacén y reposo del queso ya elaborado, tras el laborioso proceso que hemos visto arriba.
Como datos que nos han dejado bastante impactados, hay como 75 diferentes aromas de queso Gruyere, pero además se emplean 400 litros de leche para hacer un queso de 35 kg, y las vacas han necesitado de 100 kg de pasto y 85 litros de agua para producir simplemente 25 litros. Además, el 60% de la producción se consume en Suiza, y otro 20% se va a Alemania y Estados Unidos, llegando a España apenas un 1% (dato curioso)
Aunque Gruyeres es mucho más, y por eso movemos el coche hasta el parking (P) que nos llevará a la parte vieja de Gruyeres (2), un lugar con un encanto muy particular pero al que acceder un día como hoy con el camino helado resultado "ciertamente peligroso"
Una pequeña caminata de unos 5 minutos nos lleva hasta la puerta de una fortaleza que deja unas vistas preciosas del valle nevado a lo lejos y sus pueblecitos.
Ya dentro, vemos una única calle empedrada flanqueada por casitas bajas de arquitectura pintoresca que conduce a un castillo medieval, el castillo de Gruyeres.
Al igual que nos pasara días atrás, nos encantan el gusto y cariño que le ponen a cada una de sus tiendecitas de souvenirs o decoración. Podríamos estar horas entrando en ellas...
El pueblo es simplemente precioso. La gente que vive aquí, lo hace literalmente dentro de una postal, con sus casas alrededor de la plaza principal, decoradas con todo detalle con adornos navideños en esta época del año y con la nieve alrededor, que hace que te traslades a otra época. Ademá, con olisquear el aroma que hay nada más traspasar la muralla que da acceso a la zona vieja, ya sabes perfectamente donde te encuentras, un aroma que nos da una pista de lo que comeremos en Gruyeres.
Así que después de recorrer el pequeño paseo de la plaza, buscamos un famoso restaurante, el restaurante Chalet que nos habían recomendado, uno de los mejores y más pintorescos para poder degustar el plato estrella de la región .. !!una foundeau!!. Más que restaurante era una pequeña casa de comidas, muy acogedora y algo "enxebre" como nos gustan a Chavetas los restaurantes.
Eso sí como a veces comemos más con los ojos que con la boca, además de dos consomes, pedimos la fondeau con todos los acompañamientos posibles, carne (que resultó ser una especie de jamón), patatas, pan y, lo más llamativo, pepinillos y cebollas pequeñas. Nos pusimos hasta arriba y aún así nos sobró casi la mitad, y es que otro pequeño detalle es, que en Suiza comen muchísisiiimo pero no nos íbamos a ir de aqui sin probar la foundeau, ¿no? (93.90 CHF)
Con energías renovadas y "oliendo a queso" (jaja) nos dirigimos calle arriba hasta uno de los puntos de más atractiva de esta zona medieval, el Castillo.
El castillo (10 CHF cada uno) está situado a 830 metros de altura y es uno de los más importantes de Suiza, aunque no se conozcan del todo sus orígenes. Desde luego las vistas que se tienen desde él son una maravilla, con todo nevado y dándonos una perspectiva mejor si cabe de Gruyeres.
Diecinueve condes han vivido en él y fue el último de éstos que al tener problemas financieros tuvo que declararse en bancarrota en el año 1554, en este momento las ciudades de Friburgo y Berna repartieron entre sí sus tierras, más tarde estaría en venta, el momento en el que lo restaurarían.
Entramos en él y podemos observar que hoy en día alberga también exposiciones itinerantes de arte moderno y en el mes de diciembre una colección de Belenes de todo el mundo, aunque es su parte más medieval la que más nos llama la atención.
Siguiendo las flechas del tour, pasamos por todo tipo de habitaciones, miradores y vestidores, preguntándonos una vez más como eran capaces de dormir en camas tan pequeñas, siempre encogidos.
Salimos del Castillo dejando atrás en otro de sus laterales, y al lado de una pequeña capilla, otras de las mejores vistas que posibilita esta Casco Histórico desde su colina.
Una de las cosas que más nos ha sorprendido de un pueblo de postal como este es que acoja un par de museos que poco tienen que ver con la temática que nosotros pondríamos en este emplazamiento. El primero, el Museo del Tibet, que expone más de 300 esculturas budistas, pinturas y diferentes obras rituales que ha ido recopilando a lo largo de 30 años de viajes allí, pero el segundo, mas estremecedor todavía, es el Museo de Hr Giger (entrada 12,50 CHF por persona).
Giger es conocido por Alien, al ser el creador de todo el decorado de la película, así como de Poltergeist II y muchas más. Este museo es un verdadero memorial a su figura, con figuras, cuadros y objetos realmente tétricos, y ante los que Paula prefiere no enfrentarse y dedica su tiempo a unas compras (42 CHF) por las pintorescas tiendecitas mientras, aunque no está permitido, Isaac saca alguna fotillo de móvil. Paula>"poco comparable al decorado de Heidi"
El museo tiene varios pisos, a cual más impactante, e incluso aporta algo más desde el último... una genial vista del pueblecito en el que nos encontramos entre las montañas.
Para los más "frikis", la experiencia Giger no acaba aquí, y saliendo del museo justo en frente tenemos un bar-museo Giger que resulta ser un tétrico establecimiento tipo nave Nostromo de Alien, donde tomar una cerveza lejos del ambiente bucólico del resto del pueblo. ¿Como se les habrá ocurrido montar esto aquí?
De nuevo reunidos no podemos concluir otra cosa que Gruyeres, a pesar de ser pequeño, sorprende desde todos los puntos de vista, y nos parece una parada obligada en cualquier ruta planificada o no por el país.
Visto esto, ya casi no nos queda más que poner rumbo a nuestra siguiente parada, de la que nos separan otros 50 km (40 minutos)
El Castillo de Chillón, evocando el romanticismo.
Situado entre Montreux y Villenueve, y en un lugar privilegiado a orillas del Lago Lemán, nos encontramos con el castillo más famoso (y primero en visitas) de toda Suiza, y la verdad tiene ganado con creces estos dos calificativos. Es simplemente espectacular por dentro y por fuera, y eso que casi nos quedamos sin verlo porque llegamos a las 15'40 y cierran a las 16'00 (23 CHF los dos, una de estudiante) en invierno el permiso de entrada (el Castillo cierra a las 17'00)
Fue una importante edificación defensiva ya desde la Edad del Bronce que sería fortificada más adelante por los romanos, fue ocupado sucesivamente por la Casa de Saboya y más tardes por los bermeses, y sus salas sirvieron incluso de inspiración a Lord Byron. Es catalogado como monumento histórico de Suiza.
Las primeras construcciones se remontan a alrededor del siglo X, aunque es probable que este lugar ya fuera un emplazamiento militar privilegiado antes de esa fecha. Hoy por hoy lo son sus vistas desde las torres superiores de la más moderna Montreux donde hemos decidido pasar la noche.
Objetos que datan ya de la época romana y de la Edad del Bronce. Desde finales del siglo XVIII el castillo atrae a los escritores y poetas románticos de todo el mundo: Rousseau, Víctor Hugo, Alejandro Dumas o Lord Byron.
En 1900 el arquitecto Albert Naef continuó los trabajos de restauración hasta llegar al estado actual del edificio, se rehizo el interior y los tapices de algunas partes, así como la gran sala de baile, también llamada la "gran cocina bermesa "
Dentro tiene unos cuarenta puntos de interés que nos los marca el mapa que nos facilitan en la entrada y que se pueden seguir para no perderse. Nos encanta la bodega, donde se pueden ver las bóvedas góticas que hacen imprescindible su visita, el almacén o la prisión. La cripta que formaba parte de una capilla del siglo XI, destinada a la aldea de Chillon que estaba entonces ubicada entre el acantilado y el castillo, bajo la carretera y las líneas del tren actuales. La cantidad de dormitorios y patios y por supuesto la torre de defensa y el torreón hasta donde se puede subir.
La visita completa, realizada tranquilamente, nos lleva alrededor de 1 hora, aunque no acaba ahí, ya que la espectacularidad de la edificación en este entorno no deja indiferente.
La hora además no puede ser mejor, y paralelamente al lago hacia el fondo hay un paseo agradable que va dejando todavía si cabe mejores perspectivas.
La noche cae, y es posiblemente esta postal del Castillo de Chillón una de las instantáneas más bonitas y románticas que nos deja una ruta ya de por si inspiradora. Es posiblemente este momento en el que nos damos cuenta el porqué el movimiento Romántico del S.XIX se fijo de nuevo en un lugar que amanece entre brumas matutinas con montañas nevadas como telón de fondo y anochece entre el silencio de las aguas del lago y una iluminación casi perfecta.
Montreux, la ciudad de las inspiraciones
El día ha sido largo con lo que nos dirigimos a Montreux, dónde pasaremos nuestra penúltima noche en el Hotel Splendid, uno de los más asequibles que hemos encontrado. Hotel o algo parecido, ya que casi ni te das cuenta por donde entrar y la recepción se encuentra en un segundo piso de una antigua edificación en primera linea de paseo. Para que engañarnos, más bien parece la mansión de la familia Monster, eso sí ampliando el concepto de cocina americana a "baño americano"... vamos, lo que viene siendo baño dentro de la habitación (mejor no preguntéis, ya os lo explicamos otro día).
La necesidad de buscar algo para cenar, a pesar de que hoy estamos algo más cansado, nos hace salir a dar un paseo por Montreux, aunque no vemos demasiado de este famoso lugar de veraneo (en invierno pierde mucho) así que lo dejamos para la mañana y nos traemos algo para la habitación (8.40 CHF)
Probablemente, como mencionamos al principio del artículo, Montreux es la ciudad de la inspiración, pero la nuestra queda en el funicular de Friburgo de esta mañana, en el pintoresco Gruyeres y su fondeau y, sobre todo, en el sugerente y romántico Castillo de Chillón en el anochecer. !!Mañana más!!
Isaac y Paula, desde Montreux (Suiza)
GASTOS DÍA: 209,80 CHF (aprox 178,55 EUR) [y REGALOS: 42,00 CHF (apróx 35,74 EUR)]