El encanto de Liechtenstein, su Castillo, sus montañas nevadas, no nos ha dejado indiferentes, y hemos pasado la mañana buscando la idea que todos tenemos de los dibujos de Heidi, hasta que gracias a Maka de Mi Patria Son Mis Zapatos (y a Vanessa Zamora, que aunque no tenga un blog es una gran viajera), hemos dado con el pueblo de Maienfeld, ya de regreso a Suiza, donde se inspiró su creadora.
Zug y, en especial, Lucerna, donde dormiremos hoy, nos han mostrado la magia de estas poblaciones de Europa que tanto nos gustan.
- Últimas horas por los pueblos de Liechtenstein
- Mainfeld, el hogar de Heidi
- Zug, volvemos a las ciudades medievales
- Lucerna, romanticismo suizo
Últimas horas por los pueblos de Liechtenstein
En teoría hoy no íbamos a madrugar tanto, pero debemos de tener la hora cambiada. Además, el Residence Hotel que nos alojó no nos incluía desayuno, con lo cual nos dijimos.. ¿qué hacemos que no estamos ya de ruta? Allá vamos, montaña arriba, a conocer algo más del sexto país más pequeño del mundo.
¿Dónde está el punto más alto? ¿Malbun? Pues eso marcamos en el GPS. Parece ser que aquí se encuentra una estación de esquí donde se puede practicar multitud de actividades, por lo que, cuando dejamos atrás el Castillo de los Príncipes y vimos el bus 21 que subía con una especie de adaptador para esquíes y tablas en su costado, sabíamos que no nos habíamos perdido.
Lo que no nos imaginábamos es que este recorrido en búsqueda de pueblos perdidos entre la nieve, se iba a convertir en una de las rutas más bonitas que habíamos hecho.
Los 0ºC de Vaduz, se convertían en -5ºC a nuestro paso por Steg y tras atravesar algún que otro túnel por la montaña, en los -9ºC en Malbun, último punto al que podíamos llegar y donde ya había gran actividad a estas horas de la mañana.
A nosotros lo que nos gustan son los pueblos nevados de la montaña, así que seguimos por los caminos serpenteantes donde ya habían pasado los quitanieves (con cuidado igualmente, claro) y fuimos viendo lugares realmente privilegiados. Especialmente bonito resulta ver el amanecer sobre las montañas del otro lado del valle del Rhin, también nevadas, y con el día azul que nos ha tocado, se distinguen perfectamente sus preciosos colores.
Pero viajar con la tripa vacía debería estar prohibido. A inicios de la subida, en un pueblo llamado Triesenberg, hemos visto varios sitios para desayunar además de una preciosa edificación que destaca entre las casas nevadas, su Iglesia.
¿Qué te parece esa casa con vistas en plena montaña? !!Es perfecta!! !!A desayunar!! Un desayuno "a la altura" (13.90 CHF)
Hacia el otro lado de Liechtenstein existe una población destacada en todas las guías (son muy pocas, aunque hemos de reconocer que nuestra experiencia está resultando mejor de lo que esperábamos, tanto el día de ayer como el de hoy). Su nombre es Blazers, así que la marcamos como nuestro siguiente destino.
Tras un par de vueltas con el coche, localizamos en una colina una de las "joyas" del país y el verdadero motivo por el que nos encontramos aquí, el Burg Gutenberg, un castillo en ruinas pero maravillosamente conservado.
En este punto vamos a discrepar un poco, y es que en los pies de dicha colina damos con uno de esos tesoros que no pasan desapercibidos, la Pfarrei St. Nikolaus und St. Martin, una Iglesia Parroquial datada de 1912 (sucesora de la antigua que había sufrido un incendio entre 1805-1807), construida, al inicio, en estilo neo-románico, aunque posteriormente sufriría varias transformaciones y renovaciones de sus capillas.
Mainfeld, el hogar de Heidi
Aunque cualquiera de los parajes anteriores podrían haber servido perfectamente para la inspiración de la escritora de Heidi, Johanna Spyri, resulta que fue en una pequeña localidad llamada Mainfeld en la que lo hizo, y la tenemos aquí cerca ...
Es en este momento cuando abandonamos la frontera "invisible" de Liechtenstein para ya no mirar atrás (nunca se sabe si volveremos algún día) y seguir nuestra ruta por la Suiza de las montañas.
Ya habíamos leído que en estas fechas la casa donde vivían Heidi y su abuelo y que inspiraron la novela, actualmente reconvertida en un museo, no abre, pero seguro que el paseo viendo las laderas, que todos habíamos imaginado en nuestra cabeza desde pequeños, merecen la pena.
Nada más entrar en el pueblo ya se ve un desvío hacia la montaña que pone Heididorf y un aparcamiento para buses y otro para coches, desde aquí comienza la caminata. No es difícil adivinar que debe ser un lugar bastante turístico en otras fechas, tal y como lo vemos preparado.
El sendero de gravilla y tierra es mucho más pequeño de lo que imaginábamos, y en apenas 10 minutos llegamos a nuestro destino y aunque no esté Heidi, a veces pensamos que los Chavetas la "llevamos puesta", ¿verdad Paula?
Entre este entorno privilegiado de los Alpes Grisones, de praderas de un verde intenso, multitud de árboles, montañas nevadas y casas de dibujos animados, se alza una casa blanca, con tejado y ventanas de madera, troncos de leña apilados fuera y hasta un banco para sentarse.
En la parte trasera, un pequeño patio con un paseo de piedras te lleva a la entrada del museo (cerrado, como hemos dicho antes, en esta época del año), de donde parece que va a salir la pequeña niña alegre de los dibujos japoneses que derivarían de una obra traducida a 50 idiomas.
Disfrutamos un rato del paisaje para más adelante seguir nuestras "excursiones" por la montaña, volviendo a los pueblos medievales cuya ruta iniciáramos ayer. Pero antes para comer, ya que aquí no tiene mucha pinta de haber nada, vamos a intentar alcanzar una población que nos han recomendado llamada Zug y que no está muy lejos.
La temperatura ha subido ya a los 3-4ºC (el sol está ladeado y jamás alcanza posiciones verticales en esta área del planeta en diciembre) y la verdad es una gozada poder conducir cruzando montañas a través de túneles, bordeando la multitud de lagos y como telón de fondo, cimas de nieve casi perpetúa y parajes que se transforman cada pocos kilómetros.
Zug, volvemos a las ciudades medievales
La ciudad de Zug, ubicada a orillas del lago de su mismo nombre, conserva dentro de la moderna ciudad una parte antigua donde sobreviven parte de las antiguas murallas, cuatro torres y varios edificios históricos importantes.
Aparcamos aquí alrededor de las 12'30 (3 CHF), y realizamos una ruta parecida a la siguiente (mapas de Planetware.com)
Lo cierto es que la zona más bonita, a la que se accede por la Torre del Reloj, está dentro de dos calles paralelas a la ribera del Lago. En ellas, además de la Capilla de Nuestra Señora, y algún museo, lo más bonito son los edificios que todavía conservan ese carácter medieval que tanto nos gusta, actualmente transformados en restaurantes, tiendas y otros diversos usos.
El más espectacular, perfectamente conservado, es el del Ayuntamiento, Town Hall.
Pero si hay algo realmente antiguo, más que cualquier recuerdo medieval, eso es !!comer!! .. y nos morimos de hambre. Por aquí hay varios restaurantes con precios prohibitivos pero casi de casualidad vamos a dar con uno (C) que dispone de un menú del día asequible, compuesto por sopa o ensalada de primero y de segundo a elegir entre pizza gigante, pasta o pollo con una salsa riquísima. Por favor, !!vaya poniéndonos también una cervecita!! (54.50 CHF)
Satisfechas las necesidades de nuestro estómago, un paseo agradable a orillas del lago (V) y un par de plazas bonitas nos devuelven a la Torre del Reloj y a conocer otra parte de Zug más cultural.
Hablamos de la Iglesia de St. Oswaldo, dedicada al santo que fue Rey de Northumbría, de estilo gótico tardío y en cuyo interior conserva un mural del Juicio Final del año 1866. A pocos metros, un teatro más moderno y el Burg aportan a la zona mucho encanto.
En su día toda esta zona estuvo amurallada pero en 1885 se derribó casi toda la muralla para que la ciudad creciese, por lo que hoy apenas podemos observar varias torres a nuestro alrededor (la del poder, la de la pólvora, etc..). La que si resulta imponente a lo alto de la colina, es la Iglesia de San Miguel, visita final que nos llevará ya a coger el coche y poner rumbo a un nuevo destino ...
Hoy queríamos acabar el día en Lucerna, y como vamos muy bien de tiempo, lo finalizaremos aquí alojados. Regresamos por autopista, ya que nuestro coche de alquiler tiene la "viñeta" que lo permite (tenéis toda la información en "Alquiler de coche en Suiza: comparativa y precios"), en apenas 30 minutos.
Hasta estos momentos circular por las carreteras suizas ha resultado muy sencillo e intuitivo, sin apenas coches, para un ritmo que nos permita parar donde queremos. En Lucerna nos encontramos ya los primeros atascos y, sobre todo, problemas de aparcamiento, aunque tras "insistir" un poco conseguimos aparcar a 100 metros del hotel que nos alojará.
Lucerna, romanticismo suizo
Podríamos hablaros de la época romana de Lucerna, de los pueblos alemanes, del emperador Segismundo o de porqué en 1419 esta ciudad fue la primera en llevar a cabo un juicio por brujería contra un hombre, perooo lo que nos ha llegado de esta ciudad va más allá de sus orígenes o sus monumentos. Pasear por Lucerna es un auténtico canto al romanticismo, uno de los "callejeos" más inspiradores y sugerentes que hemos disfrutado.
Antes nos alojábamos en el Hotel Restaurant Stern Luzern, un sencillo establecimiento en el que la recepción es el propio bar, con muy buen gusto y encanto.
¿Y nuestra ruta? Algo parecida a la siguiente (no nos acordamos de donde sacamos este mapa, que nos disculpe el dueño si le coincide leer este diario):
Nos encontramos justo al lado de la Franciskanerkirche (1) o Iglesia de los Franciscanos, originaria del siglo XIII, de tipología gótica y en cuyas cercanías se celebró el mercadillo navideño estos días, al que no hemos llegado por poco, aunque sí a los del Palacio Cantonal de Ritter o Ritterscher Palast (2).
Pero Lucerna tiene su gran protagonista en el río Reuss que divide la ciudad en dos partes, la nueva en la que estamos alojados y la antigua, al otro lado y que se ve realmente maravillosa a estas horas de la tarde.
A un lado dejamos la Iglesia de los Jesuitas o Jesuitenkirche (3), del siglo XVII, que preside este área pero que veremos mejor desde el otro ángulo y nos dirigimos paralelos al paseo cada vez más animado según atardece en la ciudad.
Al igual que viéramos en Zurich el primer día del viaje a Suiza y Liechtenstein 2014, la Estación Central de Trenes (4) tiene un encanto particular y de ello tenemos que sentirnos orgullosos los españoles, ya que Santiago Calatrava tuvo mucho que ver en su arquitectura, aunque el portalón antiguo todavía destaca en el centro de la plaza. Curioso es también el centro cultural y de congresos KKL LUZERN (5), del arquitecto Jean Nouvel, con un aforo de 1800 personas y con la mejor acústica del mundo.
En este punto "deshacemos" el camino andado porque lo que nos ha gustado es el área que hemos pasado, y donde se encuentra el verdadero símbolo de la ciudad, el Puente de la Capilla o Kapellbrucke (6)
Esta joya de madera se construyó en la primera mitad del S.XIV y es parte de la fortificación de la ciudad. Sorprende ver todavía escenas de Suiza en su interior, siendo el puente de madera más antiguo de Europa y el segundo más largo con 204 metros de longitud.
Cerca del lado moderno se alza la Torre del Agua o Wasserturm, del año 1300 y de 34 metros de longitud que, excepto como almacén de Ron o Cerveza, ha debido servir para todo: prisión, archivo, cámara del tesoro, etc..
LLegado este momento Isaac necesita un cafecito para entrar en calor, así que buscamos una tetería (15.40 CHF) en el maremagnum de calles que componen el Casco Antiguo e Histórico de Lucerna, mientras cae la noche. A partir de ahí nos perdemos hasta llegar a una cuesta que parece llevar a la Muralla Musseg o Musseggmauer (7), de la que quedan en pie un total de 9 torres defensivas del año 1386 y alguna aún se puede visitar.
El romanticismo de Lucerna, que os mencionábamos antes, se extiende a todo su Casco Histórico, animadísimo, lleno de tiendas, restaurantes a cual más encantador, puestos de castañas con su olor tan característico en esta época del año, y plazas de edificios medievales históricos. Así volvemos a pasar por la plaza del Ayuntamiento o Rathausplataz (8) que alberga un bonito pesebre en estas fechas navideñas.
Desde aquí se ve la Jesuitenkirche y los puentes iluminados... una preciosa instantánea de la noche suiza.
La Hirschenplatz o Plaza del Ciervo (9), donde en algunas de sus originales edificaciones estuvo en un determinado momento Goethe, la Weinmarkt o plaza del Vino con sus magníficas casas antiguas y su fuente central o la Mülhenplatz o Plaza de los Molinos, con forma alargada, nos van llevando hasta otro puente especial.
Construido en 1408, pero mejorado con la presa de aguja del año 1859-60, estamos ante una maravilla de la técnica en pleno río Reuss. Un conjunto de tablones añadidos a un mecanismo logran regular el nivel del lago dirigiendo el agua hacia los molinos de la ciudad, en lo que se conoce como el puente de los Molinos o Spreuerbrucke (10).
Pero no queda ahí su valor, ya que un total de 67 representaciones artísticas creadas por Meglinger entre 1626 y 1635, dotan de colorido el cruce al lado moderno de la ciudad, rumbo ya hacia nuestro alojamiento, que no será, en esta ocación, el Hotel Castillo Gütsch que nos observa desde lo alto a gran distancia.
Hoy sí estamos cansados. Ha sido un día largo y vamos acumulando, así que hemos decidido coger algo en una panadería (por los pelos, aquí todo cierra a las 18'30.. !!cuánto tenemos que aprender!!) y prepararnos unos bocatas en el hotel (9.10 CHF) dejando atrás el dique de agujas.
Familia, amigos, lectores, seguimos fenomenal. Recordad que mañana es Fin de Año y si todo va bien nosotros lo pasaremos en Berna, aunque el relato tardaremos algo en contárosla porque nos acostaremos tarde... así que si no nos leemos antes !!FELIZ ENTRADA DE 2014 PARA TODOS!!
Isaac y Paula, desde Lucerna (Suiza)
GASTOS DÍA: 95,90 CHF (aprox 81,62 EUR)