¿Necesitas tomarte un respiro? ¿Eres un amante de las alturas? Pues prepárate, aquí te traemos un finde en Italia para disfrutar por todo lo alto. Nos vamos a Florencia y a San Gimignano a pasear casi entre las nubes por las torres y edificios históricos panorámicos más espectaculares.
¿Nos acompañas? Además, cultura, gastronomía y… ¡mucha emoción!
- Llegada a Florencia ... "a la fiorentina”
- ¡Arriba, arriba! Segundo día en Florencia
- Todos los caminos conducen… al David
- Sorpresas encantadoras, San Gimignano
- Las torres de San Gimignano
Llegada a Florencia ... "a la fiorentina”
La llegada a Florencia una tarde de diciembre es fría pero intensa. La entrada desde el río Arno va dejando entrever cúpulas y edificios suntuosos de antaño que nos acercan a la época de los Medici. Esta noble familia la convirtió en cuna del arte, pero también la llenó de tramas, conspiraciones y ansias de poder a 360° grados.
Florencia, con su puente Vecchio, sus palacios, su catedral majestuosa visible desde casi todos los rincones. Florencia llena de esculturas, de cuadros, de seres humanos que se amaban en silencio y a gritos… Mi repentino síndrome de Stendhal no tarda en aflorar. De frente al Palazzo Vecchio, sus luces, su reloj y la música de un artista improvisado me aprietan el corazón, aceleran su ritmo cardíaco hasta que mis ojos se llenan de lágrimas. Qué razón tenía el compositor, la belleza puede emocionarte.
Pasamos bajo los arcos del Mercado Nuevo (los puestos en la actualidad son pocos y están cerrando, aunque antiguamente se vendían en él sedas y otros objetos preciados). Saludamos a su lechoncito, il Porcellino, que está vigilando la fuente. La tradición dice que hay que meterle una moneda en la boca para obtener buena suerte y para volver a Florencia.
Tiro de la mano de Giuseppe, le hago recorrer todas las calles. Las luces navideñas fluyen como cascadas sobre nuestras cabezas y los edificios. Me dejo llevar por el momento. La fachada pétrea de la catedral es inmaculada, magnífica. El puente, gran obra de ingeniería de sus tiempos. Recorremos cada calle a la deriva en un segundo encuentro con la ciudad (del primero tengo un vago recuerdo). El fresco de la noche nos asalta y decidimos refugiarnos a cenar en un pequeño restaurante no especialmente céntrico donde lo mejor es pedir consejo al camarero. Optamos por unas tostas mixtas, “bruschette miste”, para abrir boca (el aceite italiano, nunca defrauda) y pedimos dos platos de pasta deliciosos para calentarnos.
CONSEJOS RÁPIDOS SOBRE FLORENCIA:
- GASTRONOMÍA: Si vas a Florencia, eres amante de la carne y entra en tu presupuesto, no olvides probar “la fiorentina”. Es un chuletón sabrosísimo que te puedes cocinar tú mismo. Es el caballo de batalla de su gastronomía. A
- ALOJAMIENTO: Siempre dependerá de tu budget. Elige algún hotel del centro con terraza. Merece la pena subir a echar un vistazo.
- TRANSPORTES: Es una ciudad no especialmente grande. Si la incluyes en un tour más amplio, te aconsejo que dejes el coche en un parking en pleno centro. No es excesivamente caro, se llevan el coche a un depósito y te lo traen cuando quieras. Evitas multas de pasar por zonas restringidas que a veces no señalan los navegadores
¿Un paseíto para digerir? Tomamos una calle que nos lleva a la plaza de la iglesia de la Santa Croce (de hermosa fachada) y de repente aparecemos en el medio de un mercadillo de Navidad. Es un lugar sencillo y familiar de ambiente joven donde se escucha hablar en muchas lenguas distintas. Se pueden probar comida típica y dulces de países europeos como Polonia o Alemania y comprar pequeñas artesanías de este período (velas o adornos para el árbol). Nos comemos un par de churros (por eso de la morriña) y en un ratito a pie estamos en el hotel.
No puede faltar una visita a la terraza antes de irnos a la cama. ¡Qué preciosidad Florencia con sus luces desde lo alto!
¡Arriba, arriba! Segundo día en Florencia
Después de soñar con los angelitos y con el bufé de desayuno delante, le explico a Giuseppe las visitas del día. Es bastante temprano, son las siete y media. Queremos aprovecharlo. Pensamos en dedicarnos por la mañana al complejo de la catedral, por la tarde a la Academia y sobre todo a callejear y a pararnos donde nos apetezca. Hemos tenido mucha suerte porque un día de sol espléndido nos espera.
La noche anterior conseguimos entradas para todo por internet y reservamos el horario para subir a la cúpula de la catedral. Insisto, diciembre es una época de bajo flujo turístico y a nosotros no nos gusta esperar colas, pero en temporada alta este método es aconsejadísimo. ¿Por qué perder el tiempo en una taquilla si puedes estar disfrutando de un buen café o un helado italiano? La entrada cuesta unos 18 euros y puedes visitar la catedral, la cúpula, el museo, el baptisterio y el campanario de Giotto.
Empezamos por el Baptisterio de San Giovanni, que sobre las ocho y pico de la mañana está abierto. Es un edificio simbólico de la ciudad y realmente entrañable. Su construcción se realizó sobre cimientos romanos y su forma es casi octogonal. Está recubierto del mármol típico de la región. Las puertas de bronce que se le añadieron demostraban la importancia de este lugar para los florentinos católicos que recibían el bautismo allí se dice que hasta el siglo XIX. Estas puertas, realizadas en diversos momentos por los mejores escultores y artesanos de sus tiempos, representan escenas del viejo y el nuevo testamento y se pueden contemplar en el museo ya que fueron retiradas del edificio a causa de su deterioro para su conservación. La Puerta del Paraíso, que era la que miraba hacia la catedral, se llamó así por el gran prestigio artístico y artesanal que alcanzó como obra de Ghiberti en el Renacimiento.
Nos sentamos en un banco de madera y nos quedamos hipnotizados mirando los mosaicos del techo. Realizados entre los siglos XIII y XIV representan historias religiosas y se dividen en diferentes secciones y niveles. Destacan las imágenes sobre el juicio final. Pienso en la abuela María. Sé que a ella le habría encantado visitar una ciudad como Florencia con nosotros.
Me entusiasmo y le propongo a Giuseppe, el campanario de Giotto. Todavía no hay un alma por la calle. Florencia duerme y nosotros podemos aprovechar para respirar la serenidad de otros tiempos. Suenan las campanas, imagino gente en túnica y terciopelo que atraviesa las calles silenciosamente. Saludamos al empleado de la entrada que percibe mi ilusión y poco a poco comenzamos con los escalones. Uno, dos, tres y cuatro... Como una niña, me asomo desde cada descansillo a contemplar Florencia. Gius me observa, con sus ojos de agua y sonríe por fuera y por dentro. El campanario se llama como el pintor, Giotto, pero realmente lo proyectaron tres arquitectos. El segundo fue él, del que recibió su nombre, aunque su diseño era mucho más ambicioso. Se proponía llegar a los 115 metros. El campanario mide 84,70 metros y tiene 441 escalones. Si tenéis planeada la cúpula para después o hace calor, mejor subir… ¡despacito! Y allá estamos, en las alturas, divisando el despertar de los otros.
Son las diez y pico y vamos escaleras abajo. Tenemos que estar listos a las 11 en la puerta lateral para la visita a la cúpula de Santa Maria del Fiore (No hay pérdida porque han ubicado carteles alrededor de la catedral). ¿Por qué es tan especial este lugar? He de decir que la vista de la ciudad es inigualable. Pero no solo el exterior, es increíble descubrir cómo la construyeron. Si miras hacia el interior del templo se te pone la piel de gallina. Puedes ver los frescos mientras caminas por ella. Brunelleschi, el arquitecto que la diseñó, inspirándose en las grandes obras clásicas greco-latinas, decidió idear un sistema muy elaborado para poder soportar tremenda estructura a esa altura. Le llevó mucho tiempo pensar en cómo hacerlo, pero consiguió que la cúpula se soportase prácticamente sola sin usar grandes pilares. En sus tiempos era la más grande del mundo, más tarde sería superada por otras como la de San Pedro en el Vaticano o la de San Pablo en Londres. ¡Salimos de allí encantados!
¿Merece la pena el museo? ¡Claro que sí! Si queréis ver las puertas auténticas del baptisterio, pasad por el museo. Tienen todo lujo de detalle. Ni qué decir para los amantes de la Historia del Arte.
Todos los caminos conducen… al David
Ya hemos visitado todo el complejo y es hora de comer. Vamos a buscar un restaurante con menú del día. Los precios en Florencia son bastante altos, pero a la hora del almuerzo se pueden encontrar lugares con menú fijo. Si vas muy apurado de tiempo, puedes pararte a comprarte un bocadillo (en Italia recomiendo la mortadela) o un pedacito de pizza. Nosotros optamos por un par de ensaladas completas y pizza para compartir por unos veinticinco euros. Nos gusta sentarnos y observar el universo desde la ventana. Después tenemos entradas para la Academia.
En esta visita no veremos la Galleria degli Uffizi, que es un “must” con sus 45 salas y donde, si os quedáis varios días, merece la pena entrar para disfrutar de algunas de las obras de Botticelli, Caravaggio o Tiziano. La misma fachada y galería son de por sí verdaderamente atractivas. En un próximo viaje nos detendremos en ella y en el interior de los palacios Vecchio y Pitti. A los amantes de la intriga y la historia, les interesarán seguramente ambos, también el Ponte Vecchio. El palacio Vecchio es un símbolo del poder civil de la ciudad y data del siglo XIII. Fue residencia de Cosimo I de los Medici que lo amplió y mejoró con la colaboración de Buontalenti y Vasari. Cuando este personaje se mudó al Palazzo Pitti (también muy interesante), el Palazzo Vecchio recibió su actual nombre. En el siglo XIX se convirtió en la sede del gobierno hasta que en nuestros días se transforma en el ayuntamiento.
Vuelta por aquí, foto por allá y un segundo encuentro con el puente Vecchio. Es otro de los elementos emblemáticos de la ciudad. Llama la atención que hoy en día se le atribuya un contexto un tanto romántico. Se dice que fue el primer puente de Florencia y que las inundaciones (que han amenazado su integridad a lo largo de los tiempos) han dado lugar a sus múltiples reconstrucciones desde el siglo X. Lo que no todos saben es que en el siglo XV en este puente estaban aisladas las carnicerías para evitar los malos olores en el centro de la ciudad. Fue en el siglo XVI cuando el arquitecto Vasari construyó para los Medici un pasadizo para comunicar los palacios Vecchio y Pitti a través del puente. Desde entonces su uso cambió y lo ocuparon pequeños talleres orfebres y de artesanos que existen todavía en la actualidad. También podemos observar una estatua del escultor Benvenuto Cellini donde los enamorados (como en otras muchas ciudades italianas) han decidido colgar sus candados. El amor fue, según cuentan, el que hizo que Hitler salvara este puente de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial. Y nosotros, claro, nos volvemos a enamorar de él, de sus colores tenues y su encanto especial…Ha llegado la hora ponerse en marcha hacia la Academia
Nos apresuramos con un único objetivo: ver la escultura del David de Miguel Ángel (obra por excelencia del renacimiento italiano, 1501-1504). Las curiosidades sobre ella y todas sus características son innumerables. Habría que escribir un artículo único solo sobre él. Nos sentimos satisfechos al sentarnos a admirar sus dimensiones y perfección.
Se va haciendo de noche y vamos a tener que poner rumbo hacia nuestro nuevo destino, San Gimignano. Aunque antes, queremos pasar por la basílica gótica de Santa Maria Novella. Construida y modificada desde el siglo XIII, destaca su origen dominico, sus frescos que representan escenas medievales y la capilla de los españoles, lugar de culto dedicado a la mujer de Cosimo I de Medici, Leonor de Toledo (s XVI). Dos obras artísticas que admirar dentro: La Trinidad (Masaccio) y el Crucifjo (Brunelleschi).
Sorpresas encantadoras, San Gimignano
Una simple llamada para recoger nuestro coche que nos conducirá con el GPS hasta San Gimignano. Os preguntaréis por qué este pequeño pueblecito. Para salir del tópico y ver algo del rural toscano. San Gimignano está catalogado como uno de los pueblecitos más bonitos de Italia y es UNESCO por su autenticidad como complejo arquitectónico y paisajístico. Lo llaman el pueblo de las hermosas torres y está lleno de leyendas y misterios. Los chavetas senior nos hablaron de él, así que fuimos a explorarlo. Nuestro objetivo en esta ocasión… ¡subir a sus torres!
¿CÓMO LLEGAR DESDE FLORENCIA A SAN GIMIGNANO?
Si vais en automóvil, fenomenal (ojo que hay que aparcar fuera de las murallas), si vais con viaje organizado seguro que os acercan. Por vuestra cuenta, se puede llegar a Poggibonsi en tren y luego desde allí el autobús 130.
El alojamiento escogido era precioso y nos trataron como reyes. Teníamos una oferta last minute de una habitación doble y cuando llegamos nos ofrecieron el apartamento suite superior para esa noche. Es el Palazo Mari y su propietaria nos dio indicaciones de cómo llegar, dónde dejar el coche, restaurantes, cosas que ver… ¡Así da gusto! Como estábamos un poco muertos de hambre, vagamos buscando un lugar para cenar. Al final un mini restaurante (entre los sugeridos) que servía como especialidad diferentes tipos de carne. Para la calidad ofrecida, precio razonable. Se llamaba Rigoletto y era minúsculo, pero con una comida casera fabulosa. ¡La carne para chuparse los dedos! La sorpresa nos esperaba de regreso a casa, sobre todo a mí que soy una gran fan de las fiestas navideñas.
Caminando contra el viento gélido de la noche, nos paramos en la plaza principal a contemplar sus empinadas torres y voilà! se encendieron las luces del árbol. Estaban haciendo las pruebas del alumbrado y nosotros, en el momento preciso, en el lugar adecuado. ¡Salto de alegría y disfrutamos de la coincidencia! Gius no podía evitar partirse de la risa. ¡Estaba poseída! Más tranquilos y con el wifi en la habitación, programamos las visitas de los lugares de interés para la mañana siguiente.
Las torres de San Gimignano
San Gimignano antes tenía 72 torres y por eso la llamaban la Manhatan Medieval. Hoy quedan unas 13. Una interesante es la Torre Rognosa que es la sede de su ayuntamiento. La altura de las torres representaba el poder de las familias nobles de la época y una ley prohibió que superaran los 51 metros. La Torre Rognosa, construida sobre el 1.200, se usaba como cárcel y no es apta para los que sufren de vértigo. Es uno de nuestros objetivos panorámicos de este fin de semana. Como hemos comprado una entrada para todos los monumentos de la ciudad, vamos escaleras arriba con energía. Nadie nos podrá parar hasta llegar a la azotea. Hemos desayunado en la cafetería de la plaza a la italiana: capuchino y cruasán. ¡Qué vistas! ¡Mamma mia! Un paisaje de esos que te describen en los cuentos.
En una visita a este pueblo no te puedes perder su arquitectura religiosa con su colegiata románica del siglo XII llena de frescos increíbles en la plaza central, la iglesia de Sant’ Agostino y la Peve di Santa Maria. En cuanto a las edificaciones civiles, destacan del ayuntamiento Palazzo del Podestà, el museo cívico con su sala dedicada a Dante y la Piazza della Cisterna.
Hay muchos misterios y leyendas en San Gimignano, en una esquinita de la Piazza della Cisterna cuentan que está la Torre del Diavolo. Dicen que su propietario cuando volvió de un viaje comprobó que era más alta que antes. Dijeron que había sido el diablo. La propia cisterna o pozo era el lugar más importante de la vida comercial del pueblo ya que a su alrededor se celebraban los mercados y estaban las principales tiendas. Todos los edificios de la plaza son muy bonitos. Los turistas en verano se detienen a comerse un helado en sus múltiples heladerías. Nosotros nos lo saltamos, que el lunes hay que ir a trabajar, a poder ser… sin resfriado.
Mejor algo calentito… Después de esta mañana cultural, es una buena idea un lugar donde probar la “ribollita”, sin duda un plato invernal. Pienso en mi hermano Isaac que es un sopero. ¡Seguro que le gustaría! Un guiso de verduras “cocidas” (verzas y repollo, patatas, zanahorias, cebolla, tomates, calabacín, sédano) y pan duro. Para hacerla más sabrosa a veces le añaden panceta. Gius está satisfecho. Charlamos un rato con el camarero de este pequeño local que nos cuenta cómo ha preparado el almuerzo.
¡El finde se ha terminado! Carretera, manta y las preciosas imágenes en nuestra retina de una Florencia mágica a la que volveremos en breve y de un pueblecito típico, San Gimignano. La próxima vez bajamos de las nubes para contaros algo más. ¡Besos toscanos!
Miri (la“Chavetas benjamina”) y Gius, desde Florencia y San Gimignano
Hola.
Yo tenia previsto un viaje al Norte de Italia y quieria visitar Florencia tambien en mayo 2020 pero me parece que no voy a poder ir por el coronavirus. 🙁 Ustedes creen que hasta el mayo la cosa con el virus mejore un poco? No se que hacer.
Saludos