¿Cuevas con más de 2.000 años de historia, un templo budista donde guardan una reliquia que hace peregrinar a miles de personas (un diente de Buda) y un alojamiento con encanto enclavado en las tierras altas de Kandy? Pues eso es exactamente lo que vivimos en nuestro quinto día. Los templos de Dambulla y Kandy nos transportaron a otra dimensión espiritual y otro contraste de esta pequeña isla tras 3 días con safari de elefantes en Sri Lanka, alcanzado fortalezas como la que ver en Sigiriya o ciudades abandonadas como la que ver en Pulonnaruwa. ¿Y qué decir del The Theva Residency?
Subir 350 escalones descalzos, contemplar 153 budas pintados en techos rupestres, y terminar el día entre cánticos y tambores sagrados del Templo del Diente en Kandy, bullicioso centro de peregrinación donde miles de fieles acuden diariamente. Uno Patrimonio UNESCO por su arte rupestre único. El otro, el templo más sagrado del budismo en Sri Lanka. ¿Vamos allá?
- Ruta del día: Habarana - Dambulla - Kandy
- Planificación y reservas con antelación
- Cómo llegar a Dambulla desde Habarana
- Templo Dorado de Dambulla, arte rupestre Patrimonio UNESCO
- Monos y vistas panorámicas durante el ascenso a los templos de Dambulla
- Las cinco cuevas sagradas de Dambulla
- La grandiosidad de la Cueva de los Grandes Reyes
- El Buda dorado gigante y museo
- Trayecto Dambulla-Kandy, subiendo a Tierras Altas de Sri Lanka
- Kandy y Sri Dalada Maligawa, el Templo del Diente de Buda
- Templo del Diente de Buda, un recinto sagrado para el budismo
- Theva Residencies, hotel boutique refugio en las colinas de Kandy
- Cena panorámica en Theva Residencies de Kandy
Ruta del día: Habarana - Dambulla - Kandy
Planificación y reservas con antelación
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La ruta del día ha sido similar a ésta (Clic Google Maps) ...
No hay demasiado trayecto hasta Dambulla por lo que perfectamente podría haberse hecho siguiendo con base en Habarana o Sigiriya
Cómo llegar a Dambulla desde Habarana
Dambulla está a solo 25 km de Habarana, unos 30 minutos en coche. Salimos a las 8:00 AM para evitar el calor en las cuevas. La carretera es buena y el trayecto transcurre entre pueblos rurales y campos de arroz. Nuestro conductor conocía un atajo que nos ahorró 10 minutos. Pasamos por mercados locales que empezaban a montar sus puestos. El olor a especias y fruta fresca entraba por las ventanillas. Sri Lanka despertando a un nuevo día.
Templo Dorado de Dambulla, arte rupestre Patrimonio UNESCO
No son ni las 8:00 de la mañana cuando el "equipo Sri Lanka" tenemos todo subido a nuestro minibus rumbo a Dambulla. Eso sí, llevamos días buscando una señal de "precaución por elefantes" cuya foto no queríamos perdernos de llevarnos de recuerdo. Y es que encontrarnos elefantes salvajes en la carretera en esta zona es más habitual de lo que uno puede pensar...
Siguen encantándome los puestecitos en la carretera. Cada día tengo más claro que el siguiente diario de viaje que haga aquí será con la pequeña Olivia y en coche de alquiler o tuktuk, recorriendo la isla y parando allí donde nos apetezca.
Monos y vistas panorámicas durante el ascenso a los templos de Dambulla
Son alrededor de las 8'30 cuando, tras pasar por las taquillas, afrontamos el ascenso. Pero no lo vamos a hacer desde el parking sino que hay un "pequeño truco" que te ahorra bastante subida (click Google Maps), algo que no sabríamos si no fuera por Hashini, nuestra extraordinaria guía en español.
A medida que se asciende, el paisaje se va abriendo y las vistas sobre la llanura circundante son cada vez más espectaculares. Se puede divisar la inmensidad de la jungla, los campos de arroz y, a lo lejos, incluso la inconfundible silueta de Sigiriya Rock, creando un panorama impresionante. Estas vistas son la excusa perfecta para hacer alguna parada estratégica, recuperar el aliento y beber agua. Pero no estamos solos en la subida. Los monos (macacos toque) son los auténticos dueños y señores de estas escaleras. Los veréis saltando entre los árboles, observándoos con curiosidad desde las rocas o incluso intentando algún que otro hurto si os descuidáis con la comida o con objetos brillantes.
La subida, con sus vistas y sus encuentros simiescos, es solo el preludio de la maravilla que aguarda en la cima: un complejo de cuevas que ha sido un lugar de peregrinación durante más de 22 siglos, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A mitad de subida, las vistas sobre la llanura verde infinita. Podíamos ver Sigiriya Rock a lo lejos. El contraste entre la jungla y los arrozales creaba un mosaico perfecto. Paramos varias veces para recuperar el aliento y admirar el paisaje.
💡 CONSEJOS PRÁCTICOS:
- Cuidado con los monos (pueden robar comida)
- El calzado se deja antes de entrar al recinto, no en cada una de las cuevas
- Llevad calcetines porque la piedra quema si vas más tarde
Las cinco cuevas sagradas de Dambulla
Tras recuperar el aliento y limpiar el sudor de la frente, te encuentras con la entrada a un mundo diferente. Las cinco cuevas principales de Dambulla, excavadas en la roca a lo largo de los siglos, son un tesoro artístico y espiritual que te deja sin palabras. Aunque se han documentado más de 80 cuevas en la zona, estas cinco son las que concentran la mayor parte de las estatuas y pinturas, y son las que están abiertas al público. Se recomienda visitarlas en orden, de la Cueva 1 (Devaraja Viharaya) a la Cueva 5 (Pachima Viharaya), para seguir una cierta cronología y apreciar la evolución del arte. AH, IMPORTANTE, NO SE PUEDEN HACER SELFIES por respeto a no dar espaldar a Buda (y aquí hay en todos los lados)
La Cueva 1, o Templo del Rey Divino, es la primera que encuentras y ya te da una idea de la magnitud de lo que vas a ver. Su principal atracción es un impresionante Buda reclinado de 14 metros de longitud, tallado directamente en la roca viva, que representa el momento de su paranirvana.
La serenidad de su rostro y la delicadeza con la que están tallados los pliegues de su túnica y los dedos de sus pies, decorados con flores de loto, son sobrecogedores. A sus pies, se encuentra la figura de Ananda, su discípulo más fiel.
La grandiosidad de la Cueva de los Grandes Reyes
Pero si hay una cueva que te deja con la boca abierta, esa es la Cueva 2, Maharaja Viharaya o Templo de los Grandes Reyes. Es la más grande y espectacular de todas, con unos 52 metros de largo y un techo completamente cubierto de pinturas. Aquí se encuentran nada menos que 153 estatuas de Buda en diferentes posturas y tamaños, además de figuras de dioses hindúes como Vishnu y Saman, y estatuas de los reyes cingaleses Vattagamani Abhaya y Nissanka Malla, grandes benefactores del templo.
Pero lo que realmente te hipnotiza es el techo: más de 1.500 imágenes de Buda y escenas de su vida pintadas con una maestría increíble, siguiendo la curvatura natural de la roca. Los colores –rojos, amarillos, ocres, azules–, aunque con el desgaste lógico de los siglos, siguen conservando una viveza asombrosa. Es como una Capilla Sixtina budista, ¡una auténtica maravilla!
La Cueva 3, o Maha Alut Viharaya (Gran Templo Nuevo), aunque más tardía (del siglo XVIII), también es impresionante, con unas 50 estatuas de Buda, la mayoría de pie, y un Buda reclinado. Las pinturas aquí también son muy elaboradas.
La Cueva 4, Pachima Viharaya, es más pequeña pero alberga un hermoso Buda sentado bajo la protección de una cobra de siete cabezas (Muchalinda Naga) y una pequeña estupa.
La Cueva 5, Deveni Alut Viharaya (Segundo Templo Nuevo), es la más reciente y quizás la menos impactante artísticamente en comparación con las anteriores, pero completa el recorrido por este increíble complejo rupestre.
Y todo ello, que no lo he comentado, dentro de un lugar que parece el "Setenil de las Bodegas de Sri Lanka", encajado en la roca, en un conjunto que resulta sobrecogedor.
Silencio, frescor y devoción en el interior
Lo que más te sobrecoge al recorrer estas cuevas, además de la increíble acumulación de arte, es el silencio y la atmósfera de profunda espiritualidad que se respira en su interior. A pesar de la afluencia de visitantes, dentro de las cuevas se mantiene un respeto casi reverencial. Solo se escucha el suave goteo del agua que se filtra por la roca en algunos puntos (considerada sagrada por los fieles, que la recogen en pequeños recipientes) y el murmullo de alguna oración.
La temperatura fresca del interior de las cuevas contrasta brutalmente con el calor sofocante del exterior, convirtiéndolas en un refugio perfecto no solo para el espíritu, sino también para el cuerpo. Es un lugar que invita a la contemplación, a sentarse en algún rincón y simplemente observar, dejando que la historia y la energía del lugar te envuelvan. Es fundamental recordar la prohibición de usar flash para fotografiar las pinturas, ya que la luz intensa las daña irreversiblemente. Muchos viajeros recalcan la importancia de ser respetuosos con este lugar sagrado, que ha sido un centro de devoción durante más de dos milenios.
El Buda dorado gigante y museo
Al bajar de las cuevas, o antes de subir si decides verlo primero (nosotros lo hicimos al bajar), te encuentras con la imponente figura del Buda Dorado de Dambulla, una estatua sedente de 30 metros de altura que brilla bajo el sol cingalés y que se ha convertido en la imagen más icónica del complejo a nivel popular. Construido en el año 2001 con donaciones japonesas, este Buda moderno, con su mudra (gesto de las manos) de la rueda del dharma (Dharmachakra Mudra), es sin duda impresionante por su tamaño y su acabado dorado resplandeciente. Hay quien lo considera un poco "kitsch" o demasiado nuevo en comparación con la antigüedad milenaria de las cuevas, pero no se puede negar que atrae todas las miradas y es un punto de referencia ineludible.
Debajo de esta colosal estatua se encuentra el edificio del Museo Budista, con una fachada un tanto peculiar, que incluye una especie de boca monstruosa (Makara Thorana) por la que se accede y una terraza flanqueada por estatuas de monjes. Es un conjunto arquitectónico que no deja indiferente y que sirve como antesala (o epílogo) a la visita de las cuevas históricas que se encuentran en la cima de la colina. Muchos viajeros aprovechan para hacerse la foto de rigor con el Buda gigante.
Trayecto Dambulla-Kandy, subiendo a Tierras Altas de Sri Lanka
Con el alma llena después de la sobredosis de arte rupestre en Dambulla, ponemos rumbo a nuestro siguiente destino: Kandy, la capital cultural y espiritual de Sri Lanka, ¡casi nada! El trayecto, de unos 72 kilómetros, se suponía que nos llevaría unas 2 horitas, aunque conociendo el percal de las carreteras cingalesas y las paradas obligatorias para hacer la foto de rigor, siempre hay que echarle un poquito más de tiempo al cálculo. De hecho, una muy habitual es en el típico supermercado local para ver precios del país y tipo de productos que se venden, algo que me gusta mucho siempre.
Otra cosa que se puede percibir muy bien es que aunque la religión mayoritaria de Sri Lanka es el budismo, con aproximadamente el 70% de la población, existe una gran población hinduista practicado principalmente por la comunidad tamil. De lo que no habíamos hablado es de los más de 2 millones de musulmanes indios y malayos (apróximadamente otro 10%) que constituyen poblaciones enteras a nuestro paso y se identifican muy bien.
Lo más alucinante de este tramo es el cambio de decorado que te ofrece el paisaje, ¡más radical Poco a poco, las llanuras más secas y con pinta de sabana africana de la zona del Triángulo Cultural van cediendo el testigo a unas colinas que empiezan a empinarse, cubiertas de un verde tan intenso que parece fosforito. Así seguimos con nuestras paradas, ahora a comer rápido en un sitio prescindible llamado Lanka Silks (ni paréis).
Las carreteras, que en general están bastante decentes (¡milagro!), empiezan a dibujar curvas y más curvas, como si estuvieran practicando para un concurso de caligrafía, anunciándote que estás entrando de lleno en la región montañosa central de la isla. El viaje de 72 km a Kandy dura unas 3 horas... ¡y por fin llegamos!
Kandy y Sri Dalada Maligawa, el Templo del Diente de Buda
Como la ruta del día ha sido tan larga, la visita de Kandy la dejaremos para mañana por la mañana y lo que haremos hoy es meternos directamente en el complejo del Sri Dalada Maligawa, o el Templo del Diente de Buda que es como cambiar de canal y sintonizar una dimensión completamente diferente. Si Dambulla nos había regalado una experiencia de paz interior, silencio casi monacal y contemplación en petit comité, Kandy nos daba la bienvenida con el fervor y la devoción en masa de uno de los lugares más sagrados del budismo en todo el planeta Tierra.
Imaginad miles de peregrinos, tanto cingaleses como de otros países budistas con más fe que el Alcoyano, llegando en procesión para venerar la que se considera la reliquia más importante de Buda: un canino que, según cuenta la leyenda (¡y qué leyenda!), fue rescatado de las llamas de su pira funeraria en la India allá por el siglo IV a.C. y llevado a Sri Lanka escondido en el moño de una princesa. ¡Casi nada! Desde el mismo instante en que te acercas, el ambiente te sobrecoge y te pone los pelos de punta. El olor a incienso dulzón y a flores de loto frescas (¡qué bien huelen!) lo impregna todo, y el murmullo constante de las oraciones y los cánticos crea una banda sonora que te transporta.
Familias enteras, vestidas con sus mejores trapos (generalmente de un blanco impoluto, que es símbolo de pureza), caminan con una devoción que se palpa en el aire, llevando en sus manos ofrendas florales.. ES IMPORTANTE saber que la vestimenta tiene que ser más respetuosa que en una boda real: hombros y rodillas bien tapaditos tanto para hombres como para mujeres. Se puede llevar un pañuelo grande o un sarong en la mochila para cubrirse por si las moscas.
Templo del Diente de Buda, un recinto sagrado para el budismo
Debido a la importancia del lugar y a un desgraciado atentado terrorista que sufrió en 1998, la seguridad en el Templo del Diente es muy estricta antes de poder acceder al recinto principal. Una vez que superas el "tercer grado", el complejo se abre ante ti como un entramado de edificios que te dejan con la boca abierta, cada uno con su propia historia y su aquel. La arquitectura es una mezcla alucinante de estilos: el kandyano tradicional, con esos tejados tan característicos, se da la mano con influencias tailandesas y del sur de la India. Techos dorados que brillan tanto que necesitas gafas de sol, columnas de madera talladas con más detalle que una figura de Lladró, y murales de colores que te cuentan la vida de Buda y las peripecias del diente hasta llegar a Sri Lanka... todo está pensado para impresionarte y para que sientas la importancia y la sacralidad del lugar.
Además del santuario principal donde se guarda la famosa reliquia, hay varios templos más pequeños que son una preciosidad, bibliotecas con manuscritos más antiguos que el hilo negro y patios llenos de fieles que van y vienen. Te sientes más pequeño que una hormiga ante tanta grandiosidad y tanta fe concentrada en un solo sitio.
Mención aparte el Museo Mundial del Budismo y el Museo del Elefante Raja, ¡que tiene hasta un elefante disecado! Y es que es un homenaje a uno de los elefantes más famosos de Sri Lanka, Raja, quien durante décadas participó en la procesión sagrada Esala Perahera. El museo exhibe objetos personales del elefante, fotografías, y detalles de su papel en ceremonias religiosas.
También ofrece información sobre la importancia cultural y espiritual del elefante en Sri Lanka, así como las tradiciones y cuidados asociados a estos majestuosos animales.
Viajar a Kandy durante la Esala Perahera
¿Quieres vivir una experiencia única? Vente a Kandy (reservando con bastante antelación el alojamiento) durante el Esala Perahera, uno de los festivales religiosos y culturales más importantes de Sri Lanka que se celebra cada año en la ciudad entre julio y agosto, durante la luna llena del mes de Esala (según el calendario lunar cingalés).
¿Qué es el Esala Perahera?
Origen: Es una procesión budista que honra la Reliquia del Diente de Buda, que se guarda en el Templo del Diente (Sri Dalada Maligawa) en Kandy.
Duración: El festival dura unos diez días, con procesiones nocturnas cada vez más grandes y coloridas.
Desfile: Incluye elefantes ricamente decorados, bailarines tradicionales, tamborileros, portadores de antorchas y otras manifestaciones culturales típicas de Sri Lanka.
Significado religioso: Pide bendiciones para la fertilidad de la tierra, la lluvia y la protección de la reliquia.
Por lo demás, el Museo Mundial del Budismo es un espacio dedicado a la historia, enseñanzas y expansión del budismo en todo el mundo y reúne artefactos, esculturas, manuscritos y paneles interactivos que muestran la diversidad de tradiciones budistas: Theravada, Mahayana y Vajrayana. Los visitantes pueden aprender sobre la vida de Buda, el significado de los símbolos budistas y la influencia de esta filosofía en distintas culturas asiáticas.
Hora de poner rumbo al que será nuestro alojamiento con encanto de Kandy
Theva Residencies, hotel boutique refugio en las colinas de Kandy
Aterrizamos en The Theva Residency sobre las 6'50 de la tarde, ya anocheciendo, después de una jornada dura de trayecto. Pero el soponcio se nos quitó rápido al ver este hotelazo boutique cuando pensábamos que ya no había carretera que subir... ¡De hecho no había ni carretera para llegar en su tramo final! Estamos colina arriba de Kandy
La primera impresión al poner un pie en The Theva Residency es de elegancia discreta y una calma que te abraza y te hace olvidar el caos del centro de Kandy en un nanosegundo. La recepción, pequeñita pero con más estilo que un dandi, tiene unos ventanales que van del suelo al techo y que se abren a una terraza con unas vistas panorámicas de Kandy y las montañas que la rodean que son, sencillamente, MARAVILLOSAS. ¡Te quedas sin palabras!
La habitación, ¿qué decir? Otro lujo situada estratégicamente para poder disfrutar de las vistas panorámicas sin moverte de entre las sábanas.
La habitación combina diseño moderno con toques locales. Murales inspirados en el Perahera (festival de Kandy). Cama king size con vistas. Baño con bañera y ducha separada.
Cena panorámica en Theva Residencies de Kandy
Como todos estos días, la cena la hacemos por comodidad en los hoteles donde nos alojamos, y más si está "perdido" en una colina. Aquí me hubiera quedado 1 mes a escribir un libro. ¿Qué me decís de este rincón junto a la piscina?
El restaurante de Theva Residencies, que responde al exótico nombre de Theva Cuisine, tiene una fama más que merecida de ser uno de los mejores sitios para llenar el buche en Kandy, y después de nuestra experiencia, ¡damos fe de ello! Está ubicado en una terraza que comparte las mismas vistas de infarto que el resto del hotel y te ofrece una experiencia gastronómica que es mucho más que simplemente comer. El ambiente es elegante y con un puntito sofisticado, pero sin llegar a ser estirado ni agobiante, perfecto para una cena especial de esas de "porque yo lo valgo".
El menú es una fusión entre la cocina cingalesa contemporánea, con sus sabores potentes y exóticos, y algunos toques internacionales, todo ello elaborado con ingredientes frescos y de temporada que se notan en cada bocado. Cada plato era una obra de arte, tanto para la vista como para el gusto.
El servicio fue de diez durante toda la cena. Atentos pero sin agobiar, explicándote con una pasión que contagiaba cada plato, su historia y los ingredientes que llevaba. Y cenar con la ciudad de Kandy iluminada a nuestros pies, como si fuera un manto de estrellas, con el aire fresquito de las montañas acariciándonos la cara... fue una experiencia mágica y el broche de oro perfecto para un día tan intenso y lleno de emociones. Eso sí, tengo que admitir que estoy ¡AGOTADO! hoy.
Los templos de Dambulla y Kandy han sido un paseo por la Sri Lanka más devota, más espiritual. Y terminar el día en este Theva, cenando con vistas sobre la ciudad iluminada, fue el broche perfecto. Procesando todo lo vivido mientras las luces de Kandy titilaban abajo. Sri Lanka sigue sorprendiéndome cada día. ¡Y todavía queda mucho por descubrir!
Isaac (con el Sri Lanka Team -foto de Manel-), desde Kandy (Sri Lanka)