¡VIENE EL TREN! ¡DESPERTAD! ¿Ya? Pero si se preveía para las 2 o 3 y no son ni las 12. Entre gritos, confusión y ese pánico de quien desconoce a lo que se enfrenta, nunca olvidaré ni el sonido ni el momento en el que ese gigante de más de 2,5 km de longitud comenzó a rodar rumbo a la costa. Estaba abordo de uno de los vagones de mineral del famoso Tren de Hierro de Mauritania que atraviesa el Sáhara con un precioso cielo estrellado. Mi sueño sobre el tren más largo, pesado y peligroso del mundo acababa de empezar...
Te cuento desde los preparativos y la tensa espera en Tmeimichatt, cerca de Chuom, hasta el caótico abordaje en mitad de la noche y, por supuesto, las largas horas viajando en un vagón de mineral. Te relato la noche estrellada, el amanecer en el desierto y la llegada triunfal (¡y polvorienta!) a Nuadibú.
- Ruta del día: Tmeimichatt - Tren de Hierro - Nuadibú
- Planificación y reservas con antelación
- Cómo funciona el Tren del Hierro
- Preparativos para abordar el Tren de Hierro de Mauritania
- Madrugón y llegada inesperada..
- ¡A toda velocidad a la estación de Tmeimichatt!
- Encontrando nuestro hueco en el vagón
- La noche en el Tren de Hierro atravesando el corazón del Sahara
- El traqueteo incesante y el viento
- Un cielo estrellado como nunca antes había visto
- Intentando conciliar el sueño en el gigante de hierro
- El amanecer más singular que he vivido fue en el Tren de Hierro
- 8 horas y casi 300 kilómetros después...
- Nuadibú, dejando atrás el Tren de Hierro y primeras impresiones
- Primeras impresiones de Nuadibú
- Parque Nacional del Banco de Arguin
- Reflexiones finales sobre el Tren de Hierro de Mauritania
Ruta del día: Tmeimichatt - Tren de Hierro - Nuadibú
Planificación y reservas con antelación
LUGARES VISITADOS
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En este viaje, por logística y optimización de tiempo, me voy con Leti Lagarda y el grupo de la extraordinaria agencia de Joan Torres, especializada en destinos insólitos y poco convencionales. OJO que llena los grupos con meses (a veces muchos) de antelación.
La ruta del día ha sido similar a ésta (Clic Google Maps aunque no te marca la opción del tren porque no es "licita") ...
Pero si el famoso Tren de Hierro no es lícito, ¿cómo podemos cogerlo?
Cómo funciona el Tren del Hierro
El Tren del Hierro de Mauritania no es un tren turístico, sino un tren de mercancías real que transporta mineral de hierro desde las minas de Zouérat hasta el puerto de Nuadibú:
- Longitud: Aproximadamente 2,5 kilómetros (¡sí, habéis leído bien!)
- Composición: Entre 200-210 vagones abiertos para el mineral
- Trayecto: 704 kilómetros a través del desierto
- Duración: Entre 10-16 horas, dependiendo de paradas técnicas
- Particularidades: Los mauritanos locales y algunos aventureros aprovechan los vagones de mineral como transporte. No es oficial, pero es tolerado .. o lo era hasta Noviembre de 2024 cuando las patrullas comenzaron a bajar a todo el que se subía.
- Horario: El tren no tiene un horario exacto, lo que añade un elemento adicional de incertidumbre. Hay que estar preparados para salir en cualquier momento entre la medianoche y el amanecer.
💡 CONSEJO PRÁCTICO: Para esta aventura extrema llevad solo lo esencial en una mochila pequeña: agua (mínimo 3 litros por persona), comida energética, protección solar, gafas de nieve y pañuelo, ropa de abrigo para la noche (sí, aunque suene contradictorio en el Sahara), y dispositivos electrónicos MUY bien protegidos. El polvo de hierro tiene una habilidad sobrenatural para colarse en absolutamente todo y es TÓXICO.
Preparativos para abordar el Tren de Hierro de Mauritania
Madrugón y llegada inesperada..
La noche en el campamento cercano a la estación Tmeimichatt, donde nos quedamos anoche tras haber conocido el Túnel de Choum y Ben Amera, fue corta.. ¡casi inexistente! Primero por los nervios, aunque intenté cerrar los ojos un par de horas mientras otros quedaban en fuego...
.. y luego porque el gigante se esperaba para las 2 o 3 de la mañana y ¡APARECIÓ CUANDO NADIE LO ESPERABA! ¡Las 23:51! Ufs, ¡qué ya está aquí! Caos, gritos, hay que recoger las haimas.. ¡TODO A LOS COCHES! Qué nadie se despiste! Una imponente locomotora dejaba paso a una larga serpiente oscura sobre la arena, extendiéndose hasta el infinito. El tren. Asombro y respeto. ¡Era imponente! Y ya nos había sobrepasado rumbo a la estación.
¡A toda velocidad a la estación de Tmeimichatt!
En el 4x4, sorteando dunas en penumbra, pusimos rumbo a las vías. No se si ellos lo tenían controlado o no, yo solo veía la locomotora a lo lejos y como nos íbamos aproximando ¡A TODA VELOCIDAD! Sorteando todo lo que se ponía en el camino. ¡Lo conseguimos! Al llegar a la "estación" el ambiente era un hervidero. Dos grupos para 2 vagones. Algunos locales también querían subir. El sonido de los motores diésel y el chirrido metálico creaban un caos organizado fascinante.
Cámara móvil en mano, a sabiendas que de ahí poco podía salir, disparaba a todo Cada imagen contaba una historia que en algún momento intentaría organizar. Ese es hoy.
Encontrando nuestro hueco en el vagón
Cuando el tren finalmente paró, la escena todavía fue más caótica pero emocionante. Con ayuda de Leti, encontramos un hueco "relativamente estable" (otro decir) en un vagón de mineral. Hacer una base con unas mantas improvisadas (a base de pala y mover el material), subir los sacos y las pequeñas bolsas de basura con nuestras pertenencias y ubicarnos fue otra aventura en sí.
La incomodidad era obvia: suelo irregular, polvo por todas partes, sin asientos... Pero eran las reglas del juego, parte de la experiencia del Tren del Hierro. Como pudimos nos colocamos sobre las esterillas, acomodando sacos y ya con mascarillas, pañuelo y gafas de nieve bien colocadas.
EL PROBLEMA: ¡Bajad todos inmediatamente!
¡Qué vienen los coches patrulla! Apenas distinguimos sus luces cegadores. ¡Estad todos tranquilos! De pronto, un coche se para delante de nuestro vagón y nos ilumina con los faros de la furgoneta. ¡Bajad todos inmediatamente! Empieza una tensa conversación entre nuestros guías que acaba con la llamada del patrulla a algún superior. Finalmente, tras 5 tensos minutos, acaba arrancando el coche y todos suspiramos. Against The Compass EXPEDITIONS y su receptivo son de las pocas agencias que tienen permiso legal para subirse en este tren...
La noche en el Tren de Hierro atravesando el corazón del Sahara
El traqueteo incesante y el viento
Poco a poco, el tren comienza a coger velocidad. No demasiada, este tren apenas coge una media de 40 km/hora, pero la emoción y la adrenalina del momento nos invade. Es completamente de noche y el tren se adentra en la inmensidad del Sáhara con un traqueteo constante que se va a convertir en nuestra banda sonora. El rugido de acero en la vía y el viento son los teloneros de fondo. El cielo todavía no está despejado del todo pero una luna inmensa ilumina todo..
A pesar de que el frío iba en aumento (y me obligó a poner un polar extra) y el ruido, había magia en esa oscuridad profunda, rota solo por linternas y la luna. Estábamos en medio de la nada, rodeados de desierto y estrellas. Sobrecogedor y liberador. Algunos intentaban dormir acurrucados. Otros, como yo, contemplábamos el paisaje nocturno: siluetas fantasmagóricas de dunas bajo la luna. Hipnótico.
Un cielo estrellado como nunca antes había visto
Las 2 de la mañana en algún lugar de esta inmensidad que no sabría ubicar. Es mi momento soñado. Si el día en el desierto impresiona, cuando se abre noche estrellada te deja sin palabras. Cero contaminación lumínica. Millones de estrellas brillando con intensidad brutal. Constelaciones nítidas, la Vía Láctea como un río de plata.
Nos tumbamos mirando arriba en silencio, absortos. Intentando identificar constelaciones. Una conexión profunda con el universo, sintiéndote diminuto. Contemplar las estrellas desde el Tren del Hierro es, sin duda, uno de los momentos más mágicos de este viaje pero también de todo un curriculum viajero.
Intentando conciliar el sueño en el gigante de hierro
La verdad es que creo que no logré dormir en el Tren del Hierro más de 20 minutos. Y no fue por el traqueteo, los frenazos bruscos (que los había) o el viento helado que a partir de cierta hora me obligó a enrollarme en el saco y nos pegamos al calor humano entre Ehedi, Leti y yo mismo. A nuestro lado Antonio, Jack y Linda. Encontrar postura cómoda era una odisea, tapados hasta la nariz contra el frío y el polvo... hasta que una aureola asomó por el horizonte
El polvo de mineral de hierro era fino, casi impalpable, y de un color rojizo oscuro que lo teñía todo. Al amanecer ya todos parecíamos salidos de una mina, con la cara y la ropa cubiertas de una pátina metálica.
El amanecer más singular que he vivido fue en el Tren de Hierro
El amanecer desde el tren fue inolvidable. Creo que ha sido el amanecer más singular vivido nunca. El sol pintando las dunas de naranjas y dorados, contrastando con el azul intenso del cielo. El Sáhara revelándose bajo una nueva luz. Yo ya he dejado el saco y las mantas detrás y me he venido solo a una esquina del vagón buscando un momento de calma y contemplación.
Al borde del vagón, sin querer perder detalle. Las fotos no capturan la sensación real de estar allí, presenciando la magia del amanecer en el Sáhara. Había que vivirlo.
Dunas infinitas ondulando hasta el horizonte. Colores cambiando con el sol, del amarillo pálido al ocre intenso. Mis compañeros de vagón ya están en pie disfrutando como pocas veces...
A ratos, zonas rocosas y áridas, montañas escarpadas surgiendo de la nada. La diversidad del paisaje sahariano nos sorprendió. Cada kilómetro, una nueva perspectiva. La sensación de inmensidad es constante. Mirar al horizonte y ver solo arena y cielo. Pequeños ante tal magnitud, pero privilegiados por atravesarlo así. ¡Es hora de mi chocolate! Ese que compre ayer en el supermercado de Atar.. ¿por qué no?
8 horas y casi 300 kilómetros después...
El viaje es imprevisible. Paradas inesperadas, sin motivo aparente a veces. Parte de la rutina que te obliga a tomártelo con calma. La parada intermedia en algún punto indefinido del desierto a mitad de camino que se esperaba no existió aunque ya habíamos dejado una zona del vagón como "baño improvisado". La sensación del tiempo se dilataba. Las horas pasaban a otro ritmo, marcado por el paisaje y el traqueteo. Desconectados del mundo, inmersos en el presente.
Aprovechábamos para hacer fotos, o simplemente contemplar la inmensidad en silencio. Momentos de pausa para reflexionar sobre la experiencia única. Nos ayudábamos, compartiendo comida, agua, ánimos.Las risas también fueron constantes.
Tras muchas horas, la emoción creció al acercarnos a Nuadibú. La costa atlántica apareció en el horizonte y con el la bajada de temperatura. Aquí nos cruzamos con otro Tren de Hierro vacío subiendo a cargar material. Hay varios que circulan todo el día.
En este momento, recuperando conexión en el móvil según nos acercamos a la gran población, decidí llamar a la familia, a Oli, a los que no les había dicho nada. Es posible que mis padres me dejen de hablar unos meses cuando me vean subido a este vagón y se pregunten que hago aquí pero quería no cometer errores del pasado y compartir este momento con las personas a las que quiero.
El hierro lo tiñe todo. Poco va a quedar de este uniforme salvo esa bufanda y esas gafas de nieve que irán directamente al museo de Oli. El resto a donar..
El tren frenó lentamente hasta detenerse. Una decenas de coches esperan para hacer de taxis improvisado, buscando su "agosto".
Tocaba estar preparado. El tren solo para unos minutos en Nuadibú (y a veces ni lo hace) antes de poner rumbo al puerto, su destino final. Fueron 300 km y 8 horas de trayecto final...
Desde Zuaret antes eran casi 16 horas pero esos tiempos, de momento, se acabaron...
Nuadibú, dejando atrás el Tren de Hierro y primeras impresiones
Desembarcar fue un visto y no visto. Recoger todo y tirarlo por "la borda", bajar de los altos vagones rápidamente... Nos ayudamos mutuamente. ¡Etapa épica completada! Bajar del vagón y pisar tierra firme (aunque fuera la arena de Nuadibú) fue una sensación extraña. El cuerpo aún vibraba por el traqueteo incesante, sentí una mezcla de agotamiento físico extremo y una euforia increíble por haberlo conseguido. Mirabas a tus compañeros de vagón, cubiertos de polvo igual que tú, y compartías una sonrisa cómplice, de esas que no necesitan palabras.
Abrazos entre todo el grupo, emoción. Y allí estaban nuestros chófers, ya esperando, para llevarnos a nuestro merecido desayuno tardía y, sobre todo, una ducha.
Pisar Nuadibú trajo una profunda sensación de logro. Habíamos cruzado parte del Sáhara en uno de los trenes más extremos del mundo, superando frío, polvo, incomodidad. Sentíamos haber conquistado un pedacito del desierto. Nos esperaba el Valencia Hotel, un hotel con habitaciones que parecen apartamentos aunque mucho había que frotar todavía...
La experiencia nos puso a prueba. Muchos la describen como transformadora, y estábamos de acuerdo. Allí, desayunando con el grupo, todos estábamos ensimismados. La adrenalina había bajado. El resto del día iba a ser duro...
Primeras impresiones de Nuadibú
Nuadibú tenía otro aire. Olor a mar, brisa húmeda... un oasis de vida tras la inmensidad desértica. Edificios coloridos, bullicio. Un lugar auténtico, lejos del turismo masivo con una extraña cultura muchas veces difícil de interpretar. Y allí Ehedi, Antonio, Brendan y yo, al sol del mediodía, buscando... no se muy bien el qué
A las 2, los cocineros nos habían convocado en una casa cercana que habían alquilado para ofrecernos una satisfactoria comida.
Sinceramente, yo hubiera preferido un restaurante después de la jornada. O bien para la cena. Quizás un día como hoy lo hubiera merecido.
Parque Nacional del Banco de Arguin
No con demasiadas ganas pero finalmente me apunte a visitar el Parque Nacional del Banco de Arguin... El Tren del Hierro había sido solo tan mágico que todo lo que viniera hoy no estaría a la altura. Se que es injusto pero el cuerpo reacciona así.
El Parque Nacional del Banco de Arguin, situado en la costa atlántica de Mauritania, es una de las reservas naturales más importantes de África Occidental. Fundado en 1976, abarca cerca de 12.000 km² de zonas húmedas, dunas, islas y aguas poco profundas. Este parque destaca por su biodiversidad única, combinando paisajes desérticos con un ecosistema marino excepcionalmente rico, lo que lo convierte en un refugio vital para muchas especies. Y eso lo podemos ver en un pequeño museo improvisado
Nuevamente volvemos a estar en la frontera con el Sahara Occidental, la cual INVISIBLE, hemos revasado ya en muchas ocasiones. La anterior fue en Ben Amera.
El Banco de Arguin es famoso por ser un santuario de aves migratorias. Cada año, millones de aves provenientes de Europa y otras regiones llegan aquí para descansar y alimentarse durante sus largas migraciones. Entre las especies más representativas se encuentran el flamenco, la garceta común y el cormorán. Además, las aguas del parque son hábitat de tortugas marinas, peces y mamíferos marinos como los delfines y, ocasionalmente, el manatí africano.
El Parque Nacional del Banco de Arguin fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1989 aunque hoy valoramos más volver a ver nuestro tren, ya descargando en el puerto, antes de regresar a la ciudad.
¡Hasta siempre Tren de Hierro de Mauritania que atraviesa el Sáhara! Una experiencia que nunca olvidaré
Reflexiones finales sobre el Tren de Hierro de Mauritania
Viajar en el Tren del Hierro de Mauritania es uno de los momentos más intensos y especiales de mis viajes. La dureza se desvanece ante la magia de los paisajes, el cielo estrellado, la inmersión en la realidad del Sáhara. No se como definirlo más que los sueños no tienen que ser siempre algo tangible, un edificio, un lugar concreto. También son a veces un vagón oxidado, arena en los ojos y viento en la cara, y que realmente no necesitan ser entendidos.. pero siempre COMPARTIDOS
¿Te ha gustado tanto esta experiencia REAL en el Tren de Hierro de Mauritania que atraviesa el Sáhara como a mi? ¿Te ha sorprendido algo? ¡Te leo! Mañana, regreso a la capital que aún tiene alguna historia que contar...
Isaac, desde Nuadibú (Mauritania)